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Cuando era chango solía escuchar en “Tardecitas Salteñas”, Radio Nacional, la hermosa zamba “La Taleñita”. La vida quiso que conociera a su autor, Rubén Jesús Pérez, nacido en El Tala, departamento La Candelaria. Después de años se me ocurrió preguntarle cómo nació esa canción. Al toque me contó que la historia de Mi taleñita, o La taleñita (se la puede nombrar indistintamente), nació a sus 14 años, cuando andaba estrenando los sentimientos adolescentes. Ella era una niña alegre, con su sonrisa siempre presente, adornada con la magia de su pelo negro. Siempre pensó que alguien tenía que rendir tributo a las mujeres de ese tranquilo lugar, donde la belleza está presente en todo, en el paisaje, en su gente y, en especial, en esa juventud que llena de vida a la naturaleza. Así fue que, sin proponérselo, mientras hacía sus prácticas de guitarra, una tarde cualquiera, nacían los primeros acordes de lo que sería esta zamba. Aclara que fue algo no pensado, que no estaba en la intención. Por eso remarca que no fue hecha, sino, que nació. El cree que fue una especie de premonición sobre sus viajes y ausencias (vivió cinco años en España y luego volvió, varias veces, a Europa), de ahí la parte que dice: “Achalay, mi sueño es volverte a ver, pero, la distancia me roba el sueño de ser tu dueño, pronto iré a buscarte, mi taleñita, de mi querer”. La vida lo llevó a Rubén a Orán, tenía 22 años, donde trabajó como cartero, en el correo. Allí participó en un concurso de canto, que organizó Radio Orán, en 1970, donde obtuvo el primer premio. Eso le valió, además, que lo conocieran como “el carterito cantor”. Pero lo más significativo es que, allí, conoció a tres jóvenes que, luego, se convertirían en Las Voces de Orán. Ellos incorporaron, a su repertorio, “Mi taleñita” y “Esperando el carnaval”, un ritmo de gato, también de su autoría. La zamba fue la prueba de fuego del conjunto en CBS, 1971, o sea, su primera experiencia en su carrera discográfica. Ellos fueron quienes la impusieron en el gusto popular. Luego, con Oscar Palavecino y el Chango Nieto vino lo que todos conocemos. ¡Qué lujo que me di papá! Gracias ñaño.