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Después de largos caminos recorridos desde el 2009, cuando se realizó el paro policial, siento impotencia por la situación que seguimos pasando, solamente porque nuestro gobernador Urtubey no acepta que echó a un inocente de las filas policiales, como tantos otros que quedaron afuera. Después de dos sentencias que dicen que debe ser reincorporado porque no hay pruebas de las acusaciones infundadas, mentirosas, para darle la cesantía a mi esposo, no hace caso a la Justicia de Salta. Sigue apelando porque no quiere dar brazo a torcer de las injusticias que cometió y sigue cometiendo con los policías. Nunca los respaldó en su accionar, es por ello que pido a la familia policial que piensen el daño que éste señor causa, por su abuso de poder... por creerse el dueño y amo de todos nosotros, cosa que no es y nunca lo va a ser pensemos antes de sufragar. Tengo fe en Dios que esto se va acabar. Deben volver los viejos tiempos en que el policía debe y tiene que ser respetado como tal. Hay excepciones de algunos que no cumplen con su deber, pero más son los que si lo hacen.
Además la ciudadanía debe saber que el policía es un ser humano, que tiene sentimientos, que no es inmune a los sucesos que acontecen, padecen atropellos, en su trabajo, en los servicios.
Tendría que enumerar tantas cosas que la gente no sabe y mantienen su entereza y por sobre todas las cosas son padres de familia que dejan a sus hijos días enteros enfermos a cuidado de terceros porque el deber los requiere. No se olviden que hay mujeres policías también. Por todo esto sólo les pido reflexión ante las urnas.