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El costo no superó los 10 mil pesos y más de uno se lo quiso comprar, “pero mi trabajo no tiene precio y no lo vendo”, dice Juan Alberto Fernández, un cordobés radicado en Orán que trabaja como sereno.
Lo insólito es que Fernández comenzó a utilizar el ingenio y su afición por los motores a explosión para dedicarse, en su tiempo libre, a transformar una heladera y un motor de moto de 110 cilindradas en un vehículo de 4 ruedas.
El resultado sorprendió a más de un oranense, en especial a los vecinos de Juan. En tan solo seis meses construyó un automóvil con una carcaza de heladera y un motor 110 cilindradas. El vehículo tienen luces reglamentarias, espejo retrovisor y llega a correr hasta 80 km por hora aproximadamente.
Es común ver a Juan en su auto los fines de semana transitando por las calles de la ciudad y provocando la admiración de todos los vecinos.
Pero cada punto de llegada es un punto de partida. Fernández tiene previsto hacer progresar esta adaptación y cree que todavía le falta mucho por hacer. El auto no tiene marcha atrás, por ejemplo. “También quiero hacer unos carritos para usarlos como un trencito y hacerme unos pesos paseando niños en la plaza”, contó este cordobés de 63 años que se afincó en San Ramón de la Nueva Orán hace 41 años. Hoy tiene cuatro hijos y 6 nietos.
Fernández llegó al norte salteño gracias a su trabajo como chofer al comando de un camión y, “como dicen, tomé agua del Bermejo y no me fui más”.
Formó su familia y dejó en Córdoba el amor por los kartings, pero no abandonó nunca el interés por los fierros.
Consultado sobre su invención señaló: “Siempre podemos salir del paso usando el ingenio y el esfuerzo. Si los proyectos se ponen cuesta arriba, no importa. No hay que desesperarse. Hay que ponerse a pedalear hasta lograr llevarlos a cabo”, afirmó con mucho ánimo este cordobés que hoy es un oranense más.