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A diferencia del fútbol europeo, el argentino se transformó en los últimos años en sumamente imprevisible. Eso no solo ocurre por el riesgo que se corre al ir a ver un espectáculo, sino también desde el aspecto estrictamente deportivo: puede salir campeón cualquiera, literalmente cualquiera. Muchos pueden afirmar que eso es un buen atributo para el torneo porque le da mayor competencia, pero lo cierto es que esto está pasando por la mediocridad de los equipos. No es casualidad que el fútbol argentino no haya ganado un campeonato importante en los últimos veinte años a nivel de selección mayor. Ni hablar si miramos lo que pasa más abajo: la por entonces Sub-20 multicampeona del mundo pasó a ser un conjunto que ni clasifica a las olimpíadas. ¿Faltan jugadores? Una locura, tenemos a los mejores del mundo. ¿Falta técnico? Sabella tuvo hasta ahora muy buenos resultados. ¿Y si cambiamos más arriba?
Gonzalo Mola
Ciudad