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Hay un dato que el Gobierno celebra, que viene a ser la contracara de tantos informes con pronósticos “agoreros" que circulan en el mercado.
Y es que logró bajar las expectativas de devaluación, a partir de iniciativas tendientes a propiciar una mayor oferta de dólares, reducir la demanda y encarecer el costo del dinero.
No obstante, esta paz cambiaria encuentra su “lado b” en un mayor freno en el ritmo de crecimiento de la actividad industrial (a partir de haber pisado el ingreso de insumos importados) y en la menor expansión del ritmo del crédito (en particular los destinados al consumo).
Los préstamos personales sienten en carne propia este nuevo escenario, que llevó a esta línea de financiamiento a sufrir una fuerte caída.
“Si sumás la devaluación, la disparada de las tasas de interés y la pérdida del poder adquisitivo, no podés esperar otra cosa que un derrumbe en la colocación de nuevos créditos”, afirman desde la gerencia de un banco nacional líder.
Y agregan: “Desde fines de enero venimos notando un temor creciente de nuestros clientes a endeudarse. Incluso, muchos de los que estaban averiguando para sacar un préstamo, decidieron tomarse unos días para ver qué pasa”.
Esta mayor cautela queda corroborada en cifras: en febrero, la colocación de créditos personales cayó casi 30% respecto a enero y se ubicó 10% por debajo del mismo mes del año previo, pese al incremento en los precios de aquellos bienes y servicios que se intentan adquirir.
De hecho, hay que retrotraerse hasta julio de 2012 para encontrar un monto inferior al registrado, sin considerar el efecto inflacionario.
En tanto, el saldo de créditos que mantienen las entidades -en torno de los $101.000 millones- prácticamente no ha cambiado a lo largo de febrero. Se debe tener en cuenta que el mismo varía en función del pago de las cuotas y del ingreso de nuevos préstamos. Quienes analizan la posibilidad de tomar un préstamo personal suelen poner bajo la lupa diferentes variables. Una gran mayoría lo hace en función de que las cuotas mensuales sean accesibles, sin reparar demasiado en el interés que deberá afrontar.