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La segunda jornada del juicio que se les sigue a Ramón Alberto Leiva (67); Rubén Sixto Soria (87) y José Ramón Insauralde (47) por la violación y muerte de la niña Claudia Judith Palma (9), hecho acaecido el 18 de mayo del 2013 en la localidad de Joaquín V. González, fue lapidaria para las aspiraciones de los defensores de los imputados.
Todos, absolutamente todos, los testigos en sus diferentes grados de participación en la investigación del repugnante suceso, fueron tajantes al señalar al trío de detenidos como los posibles responsables del homicidio.
Tanto los peritos de Criminalística como el aspirante a policía que dio con el cuerpo tras ser avisado por un niño dieron sobradas muestras de un trabajo investigativo impecable.
Quizá la presión de la pueblada que originó el hallazgo del cuerpo o tal vez la niñez de la víctima hicieron que pocos cabos quedaran sueltos.
Los defensores de los encausados, Marcos Molina y Luis César Fernández, permanecieron en silencio tras los testimonio, abrumados por la calidad de las pruebas aportadas en la instrucción.
La última coartada versó sobre un anteño que fue visto en la zona donde se encontró la bicicleta de Judith, sin embargo esa hipótesis fue desestimada por la investigación posterior sobre el sujeto.
Durante la jornada hubo dos testimonios, si se quiere sobresalientes.
El primero estuvo a cargo del jefe de la Brigada de Investigaciones de J.V. González, comisario Gerardo Díaz, quien relató paso a paso las tareas que llevaron a su equipo a cercar a los supuestos asesinos, a recolectar las pruebas y a revolver, incluso, el basural municipal para rescatar el arma homicida.
Sus precisiones acerca del predio donde hallaron a Judith, el análisis del derrotero de las gotas de sangre, las características de los acusados y del comportamiento de cada uno cerraron su testimonio a cualquier pregunta de la defensa. Sorprendió también la tarea de preservación del lugar del crimen realizada por personal de Criminalística y sobresalió entre las declaraciones la aseveración del oficial Pablo Farías, quien aseguró que antes que llegar al lugar donde yacía el cuerpo de Judith Palma, a quien no llegó a ver, dedicó su tiempo a impedir la contaminación de la escena del crimen, como no ocurrió en otras ocasiones en casos importantes o de interés internacional. En su declaración, el jefe de la Brigada de J.V. González dijo que todos los caminos de la sangre confluían en el patio de la casa del anciano Rubén Sixto Soria. Dijo, palabra más palabras menos, que había manchas de goteo sobre la medianera de alambre y plástico en el baldío y en el patio de la casa de Sixto Soria, más huellas de un trabajo de arrastre. “En el suelo, las improntas tenían orientación a hacia la propiedad de Soria y dentro de la misma al lugar donde se encuentran los dormitorios”, graficó. Llamó la atención que uno de los peritos de Criminalística dijo que ordenó detener las pericias cuando caía la noche. Acordonó el lugar para que se pueda peritar el mismo con luz de sol. En otras las declaraciones, causó estupor conocer detalles de las lesiones que los criminales produjeron en el cuerpo de Judith. El comisario Díaz aseguró que Judith tenía en uno de sus muslos la marca de un mordisco realizada con una prótesis dentaria.
El jueves, en J.V. González
El tribunal informó a los peritos y a los investigadores que extremen los recaudos porque son parte de la comitiva judicial que intentará in situ reconstruir la trama del homicidio que conmovió a la provincia y que originó una pueblada sin precedente en la cabecera del departamento más extenso de la provincia, Anta.
Tras el hallazgo del cuerpo de Judith Palma, miles de anteños de todas las clases sociales hicieron conocer su descontento con una pueblada cargada de golpes, piedra y fuego.
La protesta dejó sin móviles a la policía y por poco sin el edificio de la comisaría.
El jefe del operativo de búsqueda que intervino en la detención de los presuntos homicidas, informó ayer al tribunal que la Policial en Joaquín V. González luchó no sólo contra la coartada de los asesinos sino contra la beligerancia de los ciudadanos, quienes cargaron la culpa del horroroso caso a supuestas negligencias de la fuerza. “Esto no era cierto”, afirmó. En su alocución, el comisario Díaz destacó que la paz volvió a Joaquín V. González cuando nuestro medio (El Tribuno) publicó a título de tapa la noticia que confirmaba que los ADN pertenecían a los tres sospechosos acusados de violar y asesinar a puñaladas a Claudia Judith Palma.