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Sus ojos se cerraron, pero su pluma siguió causando respeto y admiración. Inspiraciones de amor, reclamo y justicia, ilustraron su repertorio, hasta que un día partió al mundo celestial.
El cantautor salteño Juan Pablo Ruiz falleció en julio de 2013. Una tía decidió enviar un video de su sobrino para el concurso de canto “Salta, en cada esquina un cantor”. En la primera pre-selección, el jurado lo clasificó para la siguiente instancia, pero luego se decidió no mantenerlo en competencia, por cuestión de respeto.
“Realmente me impactó cuando conocí la historia, la verdad que el muchacho tenía grandes condiciones para llegar a crecer en esta profesión”, acotó el compositor Roberto Ternán, quien presidió el jurado del concurso de diario El Tribuno. “Era un firme candidato a ganar el rubro tema inédito”, agregó Pitín Zalazar.
Fue bautizado Juan Pablo en honor al Papa Juan Pablo II. Sus padres: Mirta Martínez y José Héctor Ruiz, junto a su hija María José Ruiz, se trasladaron a este complejo editorial para relatar la vida del talentoso joven.
“En la Escuela Normal ya se destacaba en el coro y en los actos del calendario escolar. Heredó de su padre la guitarra y el canto. Era chiquito y se enojaba porque las personas hablaban cuando su papá cantaba. Dos veces salió segundo en el Pre-
Cosquín, en tema inédito. Ale Uriona y Sandra Aguirre, fueron algunos de sus profesores. Luego conoció a Lito Nieva, con quien compartió hasta sus últimos días. Cuando Lito estaba internado, Pablito le llevaba la comida y lo cuidaba. Era un autodidacta, todo lo tomaba con seriedad”, comentó su mamá Mirta.
“Cuando terminó la secundario se fue a estudiar abogacía a Tucumán. Cursó hasta cuarto año, pero un día me dijo que dejaba esta carrera porque estaba cansado que las leyes no se cumplan en este país. Regresó a Salta y tomó con mayor responsabilidad su carrera artística. Tocaba guitarra, violín y charango. Le escribió mucho al amor, además le dedicó un tema a Lito, a las Malvinas, a las Madres de Plaza de Mayo, y también se acordó de mi”, dijo José Ruiz.
De alma pura y un corazón inmenso, Juan Pablo no conocía de enemigos, esa palabra no existía en su vocabulario. Su amigo Andrés Gauna creó un mural con su retrato en la esquina de San Felipe y Santiago y Arturo Dávalos. Además, la Asociación Cultural Antolina López, de Villa Soledad, realizó recientemente un festival en homenaje a Juan Pablo.
“Estaba feliz porque tenía que cantar el 10 de noviembre de 2012, en un acto de la Esma -Espacio para la Memoria-, en Buenos Aires. En los días previos se sintió mal y tuvo que ir al médico. Le realizaron una endoscopía y la correspondiente biopsia que arrojó como resultado cáncer en el esófago. Mis padres se fueron con él a Buenos Aires. Luego, se sucedieron los tratamientos y las operaciones, hasta que el 20 de mayo de 2013 entró en coma. Pasaron dos meses y falleció el 30 de julio. Mi hermano sufrió mucho”, aseveró María José.
Juan Pablo tenía 32 años y había registrado 17 temas en Sadaic, a pesar que ya había compuesto más de 50 obras.
“El sueño de mi hijo era grabar un disco, quería que su música se conociera, él cantaba con el corazón. La idea es conseguir ayuda para grabar un disco con los temas de Juan Pablo, y el importante que se logre de regalías, donarlo para los chicos con cáncer. Ojalá otros artistas difundan las canciones de Pablito”.
Su amigo Marcelo Aguero Urquiza lo difinió: “Juan Ruiz hacedor de poemas que volaron al cielo desde el pentagrama callejero de su querida Villa Soledad. Juan Ruiz, poeta del pueblo, músico de barrio, cantor de los que menos tienen. Fue un trovador, un mensajero crítico, un observador de la realidad socio cultural que transmitía sus ideas y enviaba sus mensajes a través de su canto”.
El miércoles próximo, sus padres recibirán una mención durante la noche de ganadores del certamen “Salta, en cada esquina un cantor”, en la peña Don Oscar.
Qué increíble! Este concurso también cristalizó esta emotiva historia de Juan Pablo Ruiz, que sin dudas se hubiera lucido sobre el escenario.