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Finalizó el debate judicial por el caso de las dos turistas francesas que visitaron Salta para disfrutar de sus bellezas y la afabilidad de sus ciudadanos, pero que, inexplicablemente, encontraron cruel muerte en San Lorenzo.
El próximo lunes se conocerá la sentencia. Sin pretender anticipar el veredicto ni avanzar sobre el estado de inocencia de los acusados, nobleza obliga reconocer que el pedido de absolución de uno de ellos por el fiscal resultó, cuanto menos, impactante.
Estas reflexiones intentan responder al interrogante que parte de la ciudadanía se formula sobre cuáles son los efectos de tal decisión.
“Iustitia est regina virtutis à Nihil est virtute pulchrius”, decía Cicerón. Con estas palabras el orador, escritor y filósofo romano, exclamaba, hace casi 2.100 años, que “la Justicia es la reina de las virtudes y que nada hay más bello que la virtud”, concepto que hoy mantienen plena vigencia. La Justicia es objeto de permanente búsqueda a los fines de mantener la armonía y la paz entre los hombres que conforman una sociedad civilizada.
Señalan los juristas que, “en general es posible afirmar que la Justicia cuenta con un soporte cultural (de acuerdo al consenso compartido a nivel social sobre qué es lo bueno y qué es lo malo), y una fundamentación formal (que implica una determinada codificación en leyes escritas que son aplicadas por jueces).
La Justicia se representa como una mujer con una balanza equilibrada y sus ojos vendados: Justicia ciega e imparcial que da a cada uno lo suyo sin mirar a quién. Para el logro de este objeto, es necesaria la presencia de un Estado democrático que lo garantice a través de hombres y mujeres, técnica y humanamente calificados, en el Poder Judicial.
En ese ámbito las figuras más importantes son el juez y el fiscal, órganos independientes entre sí, situación que en el Derecho Penal es especialmente relevante. Ambos poseen limitadas sus facultades por un conjunto de leyes codificadas o no- que constituyen el Derecho Procesal, único camino a través del cual se arriba al resultado final que, es lo Justo. Estado y sociedad olvidaron el principal beneficiario del sistema, que es el ser humano víctima de un delito. Lo dejaron injustamente afuera del proceso en el que se le permitía actuar como denunciante, y nada más.
Para subsanar la omisión se creó la figura del querellante en la persona de la víctima para que intervenga adhesivamente con el fiscal, titular de la persecución penal. Luego, y para determinadas y taxativas situaciones, aquel pasó, de subordinado del fiscal, a querellante particular autónomo que, hasta puede actuar en contra de la voluntad de aquel.
A partir del precedente Santillán, fallo de la Corte de Justicia de la Nación, el querellante abandonó su participación adhesiva en el proceso para adquirir una nueva, de carácter autónoma. Al decir de los autores, “el reconocimiento de que el delito como lesión abstracta a un bien jurídico protegido, entendido como un interés social o colectivo, sólo es parte de la realidad, la exclusión de la víctima del conflicto no es más que una ficción jurídica, por cuanto es su derecho en concreto el que se ve perjudicado por la acción delictiva, más allá, de la afectación que de un modo indirecto produce el ilícito en el resto del cuerpo social”.
De ninguna forma se debe interpretar la nueva concepción como un retorno a la venganza privada, ya que el Estado conserva su poder de control del querellante particular.
Por tal razón, si en cualquier estado del debate el fiscal solicita la absolución de un enjuiciado, esa decisión no es vinculante para el tribunal, cuando el ofendido y constituido como querellante particular sostiene la acusación.
En el caso, el fiscal no acusó a uno de los tres principales enjuiciados en razón de que, según la personal valoración del funcionario, no existen pruebas suficientes para una condena. Sin embargo, la querella que representa a los padres de Houria Moummi y de la madre de Casandre Bouvier requirió cadena perpetua para todos ellos.
En consecuencia, la situación de Vilte Laxi se definirá, al igual que la de Lasi y Vera, en la sentencia que los jueces pronunciarán. Será ésta la oportunidad para conocer si la afirmación de Cicerón “Iustitia est regina virtutis à Nihil est virtute pulchrius”, es o no una realidad en Salta.