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Antes de ser Luis Sandrini, Luis Santiago Sandrini Lagomarsino fue payaso. Su familia, inmigrantes genoveses, tenían un circo. El humor y el dolor fueron jalonando esa personalidad que más tarde dejaría ver a través de los personajes que representó en el cine, un arte que lo acercó a la gente, a la que entretuvo con historias sencillas y disparadoras de la carcajada cómplice.
Luisito tuvo un lema básico, como ejemplo de la indefensión que le unía a los grandes cómicos del momento, era el de la simple supervivencia: “Mientras el cuerpo aguante” se tituló una de sus obras de mayor éxito, hasta el punto de que una segunda parte tuvo que ser realizada poco después: “Y el cuerpo sigue aguantando”.
El 5 de julio de 1980 murió, a los 75 años de edad, dieciséis días después de sufrir un derrame cerebral, cuando festejaba la conclusión de su última película, “Qué linda es mu familia”, la número 72 de las que interpretó a lo largo de toda su vida.
En los años treinta entró en la compañía teatral de Enrique Muiño y Elías Alippi, donde conoció a su primera esposa, la actriz Chela Cordero. Debutó en el cine en 1933 y actuó en la primera película sonora argentina ¡Tango! (dirigida por Luis José Moglia Barth) en la cual trabajaban, un grande del teatro de revistas como Pepe Arias y las estrellas del tango Libertad Lamarque, Azucena Maizani y Tita Merello, con quien tuvo un famoso y tumultuoso romance cuando filmaron la película “Juan Tenorio.
También se lució en la radio, donde hizo Felipe, que fue el prototipo del porteño bonachón, creación de Miguel Coronatto Paz, que tuvo tanto éxito que años más tarde fue llevado a la televisión, donde compartió pantalla con otros grandes cómicos como Tato Bores, Alberto Olmedo, Pepe Biondi, José Marrone, Carlos Balá, Dringue Farías y Juan Carlos Altavista.
En el teatro hizo “Cuando los duendes cazan perdices”, luego llevada al cine, y, detrás de bastidores, quedó asombrado por la belleza de la joven actriz Malvina Pastorino con la cual se casó. Este éxito rotundo hizo que se convirtiera en la figura popular más representativa de la época de oro del cine argentino; que luego se afianzó con la película que inauguró la “serie de hoteles alojamiento de los años sesenta”, que fue “La cigarra no es un bicho”, de Daniel Tinayre.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, rememora a Sandrini en un pasaje de su novela “¿Quién mató a Palomino Molero?: ‘Lituma y el teniente habían estado en el cine, viendo una película argentina de Luis Sandrini, que hizo reír mucho a la gente, pero no a ellos’”.
Luis Sandrini y la recordada “La Cigarra no es un bicho”
Luis Borelli, El Tribuno
Entre fines de los años 50 y principio de los 60, los hoteles por hora comenzaron a ser aceptados a regañadientes por la sociedad pacata de la Argentina de aquellos años.
Así fue que por entonces (1963) en la ciudad de Buenos Aires (Palermo) se inauguró uno de los hoteles por hora -“telos”- más conocidos de aquellos años: “La cigarra”.
Fue justamente a principio de la década del 60, que Luis Sandrini y su mujer, la actriz Malvina Pastorino, fueron los personajes protagónicos de una película nacional “La Cigarra no es un bicho”, dirigida por Daniel Tinayre y donde el “telo” es presentado sin recurrir a los fáciles recursos de la pornografía.
El argumento de la película muestra a Luis y Malvina, un matrimonio relativamente joven que por estrechez física del departamento donde viven con sus hijos, carecen de la intimidad necesaria.
Este inconveniente los lleva a dar rienda suelta a sus necesidades en un hotel. Y así es que recalan en La Cigarra, adonde llegan a bordo de un moderno Siam Di Tella conducido por el mismo Sandrini.
Pero en el lugar no estaban Luis y Malvina solamente. Ahí había otras seis parejas de menesterosos: un taxista y su puritana esposa; un multimillonario industrial que vive un romance clandestino con una conocida modelo; un músico jubilado que mantiene una relación con su ingenua y provinciana criada; un ambicioso periodista con su intelectual compañera de trabajo; un gracioso ventrílocuo con una ninfómana maestra de escuela y una parejita de estudiantes que porfían en perder la virginidad.
Todo comenzó cuando las seis parejas se encuentran fervorosamente atendiendo sus respectivos juegos amorosos. De pronto un alarido los paraliza.
Y no es por un momento o por un rato, sino por cuarenta días.
El marinero francés había pasado al otro mundo cuando en pleno trajín sexual cayó víctima de una dolorosa crisis de peste bubónica. Por ende, los ocupantes de La Cigarra, debieron ser sometidos por ley a una estrictísima cuarentena.
A partir de allí se suceden una serie de escenas muy cómicas, pues cada pareja no solo debe dar una explicación en sus respectivos hogares por tan dilatadas ausencias, sino que además, deben ser sometidos a tratamientos harto dolorosos.
En Salta la película “La Cigarra no es un bicho” fue presentada por 1964 en el Cine Teatro Victoria, y era prohibida para menores de 18 años.
En marzo de 2013, se incendió el hotel alojamiento “La cigarra”, donde se rodó el filme que dirigió Daniel Tinayre.
“Un ejemplo de actor y de ser humano”
ROLANDO PARDO, director de cine
“Sandrini fue el gran actor y comediante argentino, el que hizo más películas y marcó escuela en la comedia. Un hombre de gran carisma, protagonista de hitos en la historia del cine y del teatro nacionales.
Luis fue un hombre muy querido, muy generoso, humilde. Para mí hubiera sido un privilegio trabajar con él.
Toda la obra de Luis Sandrini es la muestra de un tiempo que ya fue: el de la familia como hecho social, ámbito para la charla, las reuniones, la comida compartida de los domingos. Fue una gloria del cine, un ejemplo de lo que es un actor y un ser humano”.
“Un personaje que desbordaba simpatía”
ALEJANDRO ARROZ, director de cine
“Recuerdo el cine de Luis Sandrini como un cine de mucho sentimiento, dedicado a la familia y al rescate de los valores. De aspecto bonachón, generó escuela con su incansable trabajo y lo mostró en su carrera. Sus películas eran para ver los domingos en familia, ese recuerdo tengo...
Un gran actor, destacadísimo en el ámbito nacional y también internacional, como fue en México adonde llegó con Tita Merello. A propósito, él tenía toda esa imagen familiera en la pantalla y a su vez vínculos amorosos turbulentos.
Un personaje con ángel, que destilaba simpatía y bondad”.