PUBLICIDAD

¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
20°
24 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Rescatar el pasado para revalorizar el trabajo en las viñas

Lunes, 07 de julio de 2014 01:04
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

“Cada finca tenía su propio tonelero. Don Andrés Ríos creo que vivió hasta los 90 años en la bodega Michel Torino. Fue como la estatua persistente de toda la vida, nunca faltó, cuidaba la bodega y era bodeguero. En definitiva, él se convertía en un bodeguero duende, porque eran los vigilantes de las bodegas, porque eternamente estaban ahí, permanentemente estaban ahí”.

Este y otros testimonios quedarán para siempre en el primer libro “Historia y memoria de un pueblo. La gente y los oficios en Cafayate a lo largo del siglo XX”, que un equipo de la Universidad Nacional de Salta presentó el sábado pasado en el Museo de la Vid y el Vino de Cafayate.

“La historia de este pueblo se conoce en gran medida por las bodegas y hay poco registro escrito de los oficios y empleados de esta tarea. Por eso buscamos en la memoria de los pobladores, algunos hijos y nietos de quienes cumplieron diferentes actividades antes de la etapa de tecnificación”, resume Gabriela Caretta, docente de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa.

Un amplio abanico de oficios y la vitivinicultura propiamente dicha convocó al relato de unas cuarenta personas, de las cuales 27 ofrecieron sus testimonios directos. Esas horas de charla se tradujeron en un libro de cien páginas, fotografías y un video que se expondrán hasta este jueves en el museo. “Poco más de un año demandó la concreción del proyecto que incluyó un equipo de 14 personas: docentes y personal de apoyo de la universidad, personal del Museo de la Vid y el Vino y de la Secretaría de Cultura municipal y a todos les agradecemos especialmente”, dice Caretta.

Cambios en el siglo pasado

Como muchas ciudades, Cafayate tuvo un cambio muy importante desde los "80 que afectó tanto a la actividad vitivinícola como turística. El libro plantea que las dos industrias van de la mano y el cambio a gran escala generó, al mismo tiempo, un vuelco social profundo. Los vinos que se producen hoy en la ciudad vallista están en los ojos no solo del país sino del mundo, y al mismo tiempo la actividad influyó en la trama social cafayateña. “Toda esa modificación no debe silenciar el trabajo que durante años hombres y mujeres hicieron. Por eso se decidió recuperar las historias antes de que se pierdan totalmente, porque ya son muy pocos los ancianos que nos pueden contar. Ellos reclaman que los jóvenes no los escuchan y no tienen con quien compartirlas.

Relatan aspectos y anécdotas de su trabajo que los jóvenes tienen dificultades para comprender porque no hay imágenes ni referencias materiales. El museo es el que rescató elementos del pasado entre los que hay fotografías que forman parte de la muestra. Y aquí cabe un párrafo aparte para el objetivo del museo que pretende que los cafayateños participen, se apropien de la institución y lo sientan como suyo. El video acercará a todos para verse a sí mismos, a sus familias, a su pasado. Y se pide que traten de identificar a los personajes de las fotos, seguramente familiares o vecinos de otros tiempos.

Algunos testimonios

*La elaboración del vino empezaba con la cosecha manual en la cual cosecheros y cosecheras colocaban las uvas en canastos. “... con esos canastos grandes que ella (su madre) hacía, se cosechaba la uva en la finca, te compraba la finca para recoger. No habían gamelas de plástico, no había gamelas de lata, nada, eran todos canastos. Conforme los años se ha ido renovando todo, pero al comienzo ha sido así.” (Anacleta).

* En época de vendimia se exhibían y vendían los mejores productos. “... había como (una) feria... como una exposición para poner todo... las mejores uvas, los mejores zapallos, todo, todo” (Azucena).
* “Traían desarmadas las vasijas, bordelesa le llamaban, de doscientos litros o cuarterola que era más grande y cubas todas... ya traían toda la madera aserrada acá. El bodeguero lo único que hacía era buscar un tonelero quien les iba a armar. Ahí estaba mi padre. Entonces, armaba las vasijas, todas cortadas, para armarlas nomás” (Francisco).

* En la actualidad, el pueblo cafayateño tiene un único tonelero: “... queda uno solo, Quintin Colque, en la calle Colón y Tucumán. Aunque, ya no como alma mater de las bodegas: “... (ahora los toneles) se hacen pero ya para adorno”.

* (El oficio de cosechero/a) “...ese es un trabajo pesado para la mujer; en aquella época éramos 60, ahora hemos llegado a ser 20, han quedado en el camino por problemas en los pies. Hay que caminar muchísimo: es como ir a Santa María y volver caminando todo el día, (pero) no es caminando porque es correr...” (Excosechadora de vid. Su madre confeccionaba trajes de gaucho).

* “...Cuando uno tiene interés de aprender, mira y aprende. En la artesanía el que trabajaba era mi papá... entonces, yo lo miraba... porque antes no nos dejaban arrimar... Entonces él se sentaba y yo me ponía a 5 o 6 metros de diferencia, y lo miraba cómo él trabajaba, cómo limpiaba las varillas de poleo, cómo seleccionaba las varillas para hacer un trabajo...” (extejedora de canastos de poleo, hoy tiene 77 años).

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD