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Si nos conmovió el 5 a 1 de Holanda a España o las victorias de Costa Rica sobre Uruguay e Italia, el Mundial nos dejó una vez más boca abierta con la goleada 7 a 1 de Alemania contra Brasil. Perder siempre está dentro de la órbita de cualquier equipo, pero un resultado de estas características parece ilógico. Sin embargo es el producto que mezcla el mejor partido que Alemania jugó en décadas y el peor Brasil que se vio en toda la historia.
Brasil sumó otra pesadilla a su rica historia futbolística; el Maracanzao sufrido ante Uruguay en el final de 1950 parece quedar en segundo plano con los siete goles sufridos ante los germanos en lo que ya se llama el Mineirazo, por el estadio Mineirao donde se jugó la semifinal.
El equipo de Scolari encontró ayer la derrota que había logrado esquivar casi milagrosamente contra Chile, y menor medida contra Colombia. La lesión de Neymar comenzó a despedirlo del Mundial y la goleada le puso el sello final a una campaña pobre, llena de agujeros defensivos que solo se pudieron tapar con la euforia de millones de simpatizantes que esperaban ser campeones en casa. Lo de Alemania tampoco había sido brillante salvo la goleada inicial sobre Portugal, pero es un “tanque” que se lleva todo por delante cuando se lo propone.