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8 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Beatriz Leveratto: A partir de los 42 años la vida te lleva a ser más genuino

Sabado, 09 de agosto de 2014 20:31
DE LOS 42 A LOS 49 AÑOS SE DESARROLLA EL 7º SEPTENIO.
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El número siete está presente desde hace siglos en casi todas las civilizaciones y culturas. Su importancia también se revela desde la astrología: cada siete años nuestra vida cambia de acuerdo al ciclo de los planetas. Beatriz Leveratto, astróloga y tarotista, explica detalladamente las características de cada septenio o estación astrológica en su último libro, Cada siete años (Aguilar).
La autora precisa que cada septenio marca un momento particular en la existencia. Por ejemplo, en el que va de los 21 a los 28 años, la persona tiene una mayor claridad sobre lo que la apasiona o estimula. Es el tiempo de definir una profesión o formalizar la pareja. Se vive una permanente tensión entre un pedido social de compromiso, responsabilidad y estabilidad, confrontado con la genuina necesidad de probar la propia libertad, de generar autonomía y de ser creativo.
Sobre el septenio que va de los 28 a los 35 años, Leveratto señala que es la etapa crítica de la emancipación en la que todos los supuestos sobre la realidad personal se ponen a prueba. Es tiempo de descubrir un auténtico lugar en el mundo y de hacerse cargo de uno mismo. Los padres pasan a ser vistos como humanos con sus propias limitaciones.
¿Y qué dice el reloj planetario del septenio que abarca de los 42 a los 49 años? Es la crisis de la mitad de la vida (se considera 84 años como promedio esperable). Es el momento de los mayores balances, de enfrentarnos a nosotros mismos y de dejar de echarle culpas a los otros. Es la edad bisagra: tomamos conciencia de la finitud del cuerpo, superamos la necesidad de aprobación por parte de terceros y aprendemos a no desperdiciar energía en cosas que no valen la pena.
Beatriz Leveratto dice que nuestra vida vibra de manera distinta cada siete años. "Los diferentes climas de la evolución de los seres humanos se corresponden con los que proponen los ciclos de los planetas: hay edades muy significativas y ciertas regularidades temporales que nos atraviesan a todos más allá de cualquier singularidad. Nuestras edades se inscriben dentro de un patrón de evolución que, aunque respondamos a él con los rasgos particulares de nuestra personalidad, será común a todos los individuos de una misma generación", remarca la autora.

¿Por qué la vida se divide en lapsos de 7 años y no de otro número? ¿Qué es lo que marca el comienzo y el fin de una estación astrológica?
Los lapsos de siete años responden a movimientos astrológicos que quizás sea muy técnico especificar para un libro de difusión masiva. Estos ciclos de siete años se asocian a las distancias que recorren los planetas Saturno y Urano en ese período de tiempo.

Usted divide la vida en dos grandes ciclos: desde el nacimiento hasta los 42; y desde los 42 hasta los 84 años. ¿Es un proceso permanente de evolución de cuerpo y conciencia?
Los 42 años simbolizan un giro de 180 grados para todo el mundo, seamos varones o mujeres. Son los años que le lleva al planeta Urano realizar la mitad de su órbita alrededor del sol, el pedido de realizar giro y un cambio de conciencia durante este período siempre esta presente pero mucha gente intenta reprimirlo o ignorarlo, lo que luego probablemente traiga consecuencias de desvitalización a toda su vida.

¿Cuál de los septenios es el que más define nuestra personalidad, nuestra vocación, nuestra manera de estar en el mundo?
No creo que haya un septenio particular para que nuestra personalidad, nuestra vocación y nuestra manera de estar en el mundo se definan de modo permanente, de hecho en el libro todo el tiempo se menciona que el ser humano es cambio continuo. Claramente en el primer septenio se arman las bases y las estructuras primordiales tanto físicas como emocionales y en el segundo septenio según la avidez personal y los estímulos del entorno contribuirán o inhibirán a desarrollar con mayor o menor riqueza nuestra personalidad, nuestra vocación y nuestra manera de estar en el mundo.

¿Cuál septenio es el más crítico, el más difícil de sobrellevar por los cambios que conlleva?
Cada septenio tiene su desafío particular. El septenio de los 42 a los 49 años suele ser el que marca un cambio radical en la vida. En verdad el pedido es de incorporar toda la creatividad y la libertad que siempre anhelamos en nuestra existencia, ahora si eso se traduce en actitudes adolescentes depende también de cómo lo vive la persona y la capacidad de aceptación de su entorno o de los prejuicios de quienes lo rodean- quizás denuncia nuestra dificultad para aportar vitalidad a una vida que pueda seguir sintiéndose "adulta".

¿El interés por el sexo y las relaciones tiene preeminencia en algún septenio en especial?
Despertamos a la sexualidad en el septenio de los 14 a los 21 años, lo paradójico es que nos iniciamos en la erotización con poca experiencia de vida y bastante inmaduros emocionalmente. Esta conjunción nos lleva a tejer malos entendidos y dependerá de cuánto trabajemos con nosotros mismos para no seguir padeciendo las relaciones a lo largo de toda nuestra existencia.

Al parecer, con la crisis de la mitad de la vida dejan de importar ciertas cosas, como quedar bien ante los demás o intentar conformar a todos ¿A qué se debe esta actitud?
A partir de los 42 años la vida te lleva a ser cada vez más genuino, comenzamos a percibir que nuestra existencia no será eterna y que lo más importante será ser fieles a nosotros mismos por lo que, efectivamente, la opinión o la mirada del otro comienza a tener cada vez menos importancia.

¿Cuál septenio es más propicio para optar por una vida en pareja?
Puede suceder en cualquier momento. Astrológicamente pareciera que estamos más aptos, más maduros y menos condicionados a repetir errores de nuestros padres a partir de los 28 años.

En el último tramo es inevitable pensar en la muerte. ¿El temor a lo desconocido es inherente a este septenio? ¿De qué dependerá que algunos lo sientan y otros no?
Cada uno vivirá la cercanía a su propia muerte igual que como vivió su propia vida. Si fuimos conscientes y estuvimos presentes en cada etapa, probablemente hacia el final de la vida también lo seamos, quizás hayamos hecho trabajos de autoconocimiento, meditación o religiosos que nos nutrieron de herramientas para minimizar el temor y acompañar el proceso de vejez y muerte en el que nos encontramos. Si por el contrario fuimos negadores crónicos o quejosos compulsivos probablemente transitemos la última parte de nuestra existencia del mismo modo.

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