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Silencio
¡Buen día! “El silencio es callar y recogerse ‘para adentro’, para descubrir y comprender”, dice un apotegma del padre Avelino Giuliani, a quien hemos citado en otra nota. Y explica: “La persona humana, de sí, necesita expandirse, comunicarse, relacionarse. Para eso le ayuda el llanto, la risa y sobre todo la palabra. Desde su más tierna infancia y durante toda su vida. Le enseñarán, aprenderá, inventará mil formas de expresión humana, cómicas, dramáticas o trágicas. Y todas aparecerán como modificaciones, algunas quizás muy evolucionadas, de la risa, el llanto y la palabra.
Sobre todo la palabra. Se puede decir que todo en definitiva es expresión de alguna palabra, interior o exterior, que se comunica por símbolos muy evolucionados. Si un sonido musical no simboliza un verbo interior o exterior, consciente o no, no se ve en qué pueda diferenciarse se un buen ejercicio pictórico. Si la flexión atlética del Discóbolo no simbolizara el comentario interior de Praxiteles sobre la fuerza muscular de los jóvenes atenienses, no se en que deba diferenciarse de un buen atlas de Anatomía topográfica.
Todo esto ¿para qué? Pues para decir y encarecer mucho que es muy difícil casi imposible- callar y recogerse para adentro. Casi imposible, porque no es natural. Tampoco es contra natura”. Pero es como un dominar la naturaleza. Parar la expansión y volver a reflejar hacia adentro; para encontrarse solos consigo mismos. Ahí vendrá el descubrir mundos nuevos del hombre. Y comprenderlos. Haga la prueba de estar solo, consigo mismo cinco minutos cada día. No más de cinco minutos”. No es nada fácil. Exige un aprendizaje y tiene sabor de aventura. Emilio Mazariegos dice al respecto: “Es un desafío hacer silencio. Desafío en un mundo lleno de palabras, lleno de ruidos”.
¡Hasta mañana!