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Laberintos humanos. Dante Quinterno.

Sabado, 14 de noviembre de 2015 17:19
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Laberintos humanos. Dante Quinterno.

La obra de Dante Quinterno, que cuenta fragmentos de las andanzas de Isidoro Cañones, el rey de los play boys, se cuenta para mi entre las más brillantes de la literatura argentina. Algún día se las pondrá junto al Martín Fierro, y con el tiempo al gaucho y al donjuán se los tendrá por contemporáneos.

La de Quinterno, que también engendró a Patoruzú, es muy superior a la de mi amigo. Por algo se recuerda aquella y no ésta, porque la memoria popular es sabia. Sin embargo la de mi amigo, que nunca llegó a publicarse y acaso tampoco a terminarse, tiene momentos brillantes que Dante Quinterno, de haberla conocido, le hubiera agradecido.

Sin salir de la noche, de la buena vida del heredero del coronel Urbano Cañones, de la vida fácil y errabunda, del cuadrito en el que podía aparecer Aníbal Troilo tocando en bandoneón en una boite y de los insuperables pasos del protagonista, mi amigo quiso darle el tono clásico de la gran literatura.

Quiso hermanar a Isidoro Cañones con Don Juan y con el doctor Fausto, y en parte lo había logrado. Hay diálogos que, sin dejar de ser los de la calle misma, alcanzaban el tono de aquellas frases que se repiten como sabias, como aquellas que se le atribuyen al Quijote o a Hamlet, que escribieron Cervantes o Shakespeare.

Lo que mi amigo no había comprendido acaso hasta esa misma noche en la que le sugirieran otro final a su novela, era que Isidoro Cañones ya pertenecía a los clásicos, y que esa categoría se la había dado su creador, Dante Quinterno, sin habérselo propuesto.

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