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Ante esta realidad, comerciantes y vecinos se unieron para formular un pedido al Banco de la Nación Argentina: la creación de una sucursal local ya que hasta entonces tenían que dirigirse hasta San Ramón de la Nueva Orán por cualquier trámite bancario. Ello implicaba transitar por la única vía de comunicación, la ruta nacional 34, que por esos años era poco menos que intransitable. La otra posibilidad era la vía férrea pero los trenes no eran frecuentes y en Pichanal había que hacer transbordo.
Así es que en mayo de 1948 una comisión de funcionarios de Buenos Aires como don Domingo Prevodi y acompañados por el gerente de la sucursal Orán, llegaron a Tartagal para analizar la oportuna solicitud.
La sucursal
El lugar elegido para la nueva sucursal fue la esquina de las calles San Martín y Rivadavia, inmueble de don Humberto Milanessi, inmigrante italiano que había sido el primer corresponsal del Banco de la Nación y primer concesionario de automóviles en la zona. Al edificio había que hacerle una serie de modificaciones, en especial donde se instalaría el tesoro. Finalmente, el 16 de agosto de 1948, el Banco de la Nación Argentina habilitó la primera sucursal bancaria del departamento San Martín. Su primer gerente fue don José Nicolás Fatone, empleado de carrera proveniente de la provincia de Chaco. Subgerente y tesorero fueron designado don Moisés Oliva de la sucursal Cafayate, y Fernando José Guerín de Buenos Aires.
Edificio propio
Recién en 1968 la sucursal Tartagal pudo contar con un edificio propio, al que se le fue agregando instalaciones y tecnología necesaria para llevar adelante una de las misiones más importante que le asiste a una entidad bancaria.
El crecimiento poblacional y económico del norte salteño obligó a que con posterioridad se fueran sumando sucursales de otras entidades bancarias tanto públicas como privadas. Y así llegaron el ex Banco Provincial, ex Banco del Noroeste y ex Comercial del Norte.
Por eso, cada 6 de noviembre era una fecha importante en el calendario de actividades anuales de los bancarios, no solo para el personal y su familia, sino también para el resto de la comunidad norteña. Desde hace un par de años, las nuevas camadas de bancarios buscan reeditar esas cálidas y coloridas celebraciones de las que fueron partícipes aquellos antiguos empleados, muchos de los cuales ya no están.