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El reconocimiento que obtuvo en la Legislatura porteña, iniciativa del diputado Agustín Forchieri (Pro), fue por los años dedicados a ser médico consultor honorario de la Ciudad de Buenos Aires. Fue una actividad que desarrolló ad honorem después de jubilarse, desde 1994 hasta 2014.
"Cuando recibí el reconocimiento me sentí sumamente emocionado porque lo que me mantuvo con el ánimo para seguir adelante fue el cariño que me profesaron todos los pacientes. Muchos me dicen que no solo curo el cuerpo, sino también el alma", expresó el médico en diálogo con El Tribuno. También contó que muchos de ellos se hicieron presentes en la Legislatura, mientras recibió su distinción.
Reside en suelo porteño desde que se recibió de médico en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y a partir de allí el ejercicio de su profesión, con su posterior especialidad, estuvo vinculado a las lesiones que generaba el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en las personas.
Hoy, con 86 años, Bun continúa trabajando en su consultorio. Atiende, en promedio, unas 30 personas por semana en la Fundación Helios, dedicada a colaborar en los esfuerzos nacionales y globales de la lucha contra el sida y la infección por VIH.
Bun se especializó en proctología y realizó una sólida carrera en los hospitales Rawson y Fernández de la Ciudad de Buenos Aires. En Salta tiene una sobrina que vive en Orán y familiares de parte de su madre, María Asunción Castellani.
De barrendero a médico
René Bun quería ser médico y lo decidió desde muy joven. "Era mi locura", le dijo a El Tribuno. "Me quedé sin padre y cuando terminé el bachillerato, me vine a Buenos Aires con la idea de estudiar medicina. Me fui porque tenía el respaldo de mi padrino para hacerlo", contó el médico.
Cuando estuvo en Buenos Aires necesitaba conseguir un trabajo. Fue a través de otro salteño conocido que accedió a una entrevista con el ministro de Salud de la Nación de ese entonces, el doctor Ramón Carillo. "El me nombró jornalero. Básicamente mi misión era barrer las calles, limpiar las plazas. Confieso que más de una vez le robé muchas horas a mi trabajo. Me iba con la escoba debajo de un árbol y me ponía estudiar. Siendo barrendero logré recibirme de médico", dijo.