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Irrenunciables

Domingo, 13 de diciembre de 2015 01:30
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Irrenunciables

¡Buen día!

"El país en el que nadie renuncia", se titulaba una llamativa nota editorial de "La Nación", que ya tiene su tiempo (y que en el futuro continuará teniendo vigencia).
Más allá de las sensatas reflexiones del matutino, quisiera destacar una carta de lectores provocada por ese editorial, que lleva la firma de Juan Maurette. Dice: "Creo que a los argentinos nos da la sensación de que los funcionarios públicos se "agarran" de sus cargos por una cuestión de interés personal y no de servicio a la comunidad. ¡Cuántos realizarían un gran aporte a la Nación renunciando a sus funciones! Pero esto implicaría, para ellos, dejar privilegios que tal vez no puedan volver a aprovechar, nombramientos de amigos y familiares en la función pública (o devolverles favores), viajes, fiestas sociales (donde parece que su presencia en éstas, es más importante que en sus despachos), extensos artículos en revistas de actualidad con fotos de sus nuevas adquisiciones inmobiliarias a todo color, y otros ítems más oscuros que nunca nos enteramos.
La dirigencia política argentina volverá a ser creíble (como pienso que alguna vez lo ha sido), cuando los funcionarios renuncien con dignidad a su cargo, porque la opinión pública así lo requiere por no coincidir con su procedimiento. No exigimos un comportamiento como ciertos dirigentes japoneses que llegan al suicidio por el incumplimiento de sus objetivos asignados. Nos conformamos simplemente con una firma de renuncia.
Tengo entendido que cuando nuestros dirigentes asumen sus funciones, realizan un juramento para desempeñarse honestamente y con vocación de servicio en sus funciones, o para renunciar si por algún motivo no pueden lograrlo. Si la Patria no se lo demanda, nos resta esperar que Dios lo haga".
¿A ningún funcionario se le ocurre pensar que ocupar un cargo para el que no está capacitado puede ser un grave pecado social? claro que ésta es una cuestión de conciencia. La pregunta que queda flotando en la mente de muchos atribulados argentinos es: ¿Qué conciencia?...

¡Hasta mañana!

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