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"Llegamos temprano a la mañana, pero no pasó nada. Igual hicimos horario corrido y cuando paró la lluvia la gente comenzó a salir", comentó María Luisa propietaria de un comercio de regalos.
Tanto que se observó una aglomeración en las inmediaciones del mercado de pulgas, entre las calles Aráoz, San Martín y Alberdi. "Por suerte se vendió bastante bien, pese a que en la mañana hubo menos gente de la esperada", coincidió Adrián, propietario de un local de ropa informal.
Panaderías y supermercados extendieron un poco más de lo previsto la atención al público que hasta pasadas las 21 todavía realizaban compras de último momento.
Controles de alcoholemia
Ayer, la Policía llevó adelante un estricto control de alcoholemia, sobre todo sobre la ruta nacional 34 desde General Mosconi hasta el norte de Tartagal, dada la gran cantidad de jóvenes que se volcaron a los diferentes locales nocturnos. Los controles se instalaron en las avenidas 9 de julio y 20 de Febrero y en el barrio Centenario, al norte de la ciudad.
El Tribuno registró parte del operativo y en la entrada sur de Tartagal fueron decenas los automovilistas multados y a quienes se les retuvo el carné de conducir. Ni otros policías ni gendarmes que volvían de civil a la ciudad se salvaron del control y de la multa de $3.000 que se les labró por no pasar el control de alcoholemia.
En la mayoría de los casos los conductores no se encontraban en estado evidente de ebriedad, pero el solo hecho de haber ingerido un vaso de alguna bebida alcohólica fue suficiente para que infringieran el plan de tolerancia cero. "Lo siento mucho, pero tiene que entregar el carné y no pueden seguir circulando", fue la respuesta más frecuente que recibían quienes regresaban de los boliches de la ruta 34.
Un grupo de jóvenes que estuvo en una fiesta privada en un camping ubicado entre Tartagal y Mosconi fueron precavidos y se evitaron el mal momento: a partir de las 7 regresaron caminando.