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Marcia y Kelo, sus padres y dueños de un comedor, escucharon sorprendidos la petición de su hijo: "Quiero que me ayuden a armar un comedor para darle de comer a todos los chicos que tienen hambre".
Este niño de contextura pequeña pero sin duda con un corazón de león, de mirada vivaz y chispeante descubría cada noche las necesidades y carencias de tanta gente que se acercaba al negocio familiar en busca de lo que sobrara.
"A él le conmueve mucho la necesidad de la gente" -dice Marcia, su mamá- "entra corriendo a la casa a pedir comida o ropa cuando ve que un niño no tiene nada".
Cada tarde, de lunes a viernes, una larga fila se observa en la puerta del local ubicado en la calle Pueyrredón.
Niños y niñas, madres, abuelos se acercan con un recipiente para que Axel les sirva la comida. El pequeño declaró con suma humildad: "Yo quiero que duerman con la panza calentita."
Sus padres afirman: "Estamos muy orgullosos de nuestro hijo, es un niño muy alegre y sensible, valora cada cosa que hacemos por él, nos ve trabajar a diario, a veces casi sin descanso, sin embargo nos enseña que no todo está perdido, que se puede ayudar cuando uno no se encadena a lo material."
Hoy Axel tiene nuevos amigos con los cuales comparte horas de juego. "Juan y Facundo ya son mis amigos, los conocí acá, cuando abrí el comedor", dice con una disimulada sonrisa.
El comedor se sustenta esencialmente gracias al trabajo y la generosidad de sus padres, pero siempre se acercan donaciones anónimas. "El compromiso de Axel despertó la generosidad de muchos vecinos", explica Marcia.
Al principio eran solo seis personas las que a diario retiraban su vianda, hoy son más de cien. Marcia a veces no se explica cómo la comida alcanza para todos: "Simplemente es un milagro, como la multiplicación de los panes".
Este 5 de marzo Axel cumplió 10 años, y su comedor, su primer aniversario. Alumno destacado de cuarto grado, mejor compañero del aula, con camiseta azulgrana de Messi bien calzada, decidió que su futuro será la medicina. "Voy a atender a todos, a grandes y a chicos, pero no voy a cobrar a nadie", se comprometió un niño con corazón gigante.