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El episodio ocurrió el viernes pasado, alrededor de las 18, en una humilde vivienda del barrio Autódromo, en la calle Osvaldo Bevacqua 437.
"Tengo un hijo adicto, nunca lo negaría. No soy ni la primera ni la última madre que tiene un hijo así. Él tiene 19 años. Cayó en las drogas hace tres en villa 20 de Junio y pedí ayuda en todos lados pero nadie me escuchó", relató Marta Campos, empleada doméstica de 45 años.
"Siempre hablé de este problema con Antonio. Él estaba muy mal. Antes se iba por dos semanas. Llegaba a estar tirado, sucio. En un momento logramos sacarlo adelante, pero se peleó con su novia y tuvo una recaída. Recurrí al Poder Judicial, llegué hasta (el Ministerio de) Derechos Humanos, pero nadie nos ayudó", se lamentó.
Campos contó: "Ahora la droga llevó a mi hijo a robar. Yo a mis hijos los crié trabajando de empleada, además hago pan y empanadas para vender. Mi marido trabaja de sereno. Jamás mandamos a nuestros hijos a robar".
El viernes a las cinco de la tarde el joven le pidió dinero a su madre. "Siempre le doy diez pesos, pero le dije que no tenía entonces salió. A la media hora volvió. Yo estaba horneando el pan. Él estaba drogado y tenía un celular. Le pregunté de donde lo había sacado. "Me lo robé'', me contestó, entonces lo reté, le dije que se vaya de la casa porque nunca permitiría que tenga cosas robadas", expresó.
"Me quedé en casa con mi nietita de dos años. Mientras sacaba una de las bandejas de pan escuché las sirenas. Cuando iba para la puerta, Antonio entraba corriendo. "¿Qué hiciste? Andá a devolver ese celular'', le grité. Un policía tocaba las manos. Me dijo: "Mamita, yo sé que te va a doler, pero tenés que entregar a tu hijo'', y yo le respondí que sí, que lo iba a entregar. Casi me desmayé y ese policía me ayudó", contó la mujer.
A los pocos segundos arribaron al lugar móviles del 911 y seis efectivos armados irrumpieron en la casa.
"Tenían armas y cascos. Me empujaron y entraron. El policía que estaba a mi lado les dijo que no podían pasar así porque no tenían la orden, pero le contestaron: "Vos callate, no tenés que decir nada, acá se entra o se entra, nosotros mandamos", dijo Campos.
La mujer relató que quedó en el piso después del empujón. "Mi nietita estaba parada detrás de la puerta de mi pieza. Ellos se llevaron todo por delante. Les rogué que no tiraran las cosas al piso. Nunca escondí a mi hijo, pero les reclamé que también vayan a allanar la casa de los transas, de los violadores. En mi casa solo tenemos a un chico adicto, no un narcotraficante. Aquí no tenemos drogas", añadió.
Los efectivos requisaron cada rincón de la casa. "Un policía me dijo que yo era una apañadora sinvergenza que mandaba a mi hijo a robar. Le dije que nunca haría algo así, entonces me dijo: "Callate porque te llevo presa por faltarme el respeto'', y me puso contra la pared y quería esposarme. "No me vas a tocar'', le respondí. En ese momento llegó mi hijo mayor, Miguel, que vive en la misma cuadra que yo y le dijo al policía: "A mi mamá no la toques'', y él le contestó: "Vos callate gil''.
Luego el efectivo roció gas pimienta. "Sentí un golpe en la cabeza", manifestó la madre. Exhibió un hematoma y luego una remera ensangrentada. Una ambulancia arribó al lugar y asistió a la mujer por una inflamación en la cabeza producto del golpe e irritación en los ojos por el gas pimienta. Permaneció internada varias horas en observación en el hospital San Bernardo, donde le recetaron calmantes. "Pido justicia porque no soy una delincuente. Invadieron mi casa, mis cosas y lo peor es que pusieron en riesgo a mi nieta", reclamó la mujer.