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Facundo, una muerte absurda que nos atraviesa

Martes, 14 de abril de 2015 00:30
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El dolor es infinito e indescriptible para Susana y Ricardo, los papás de Facundo Ezequiel Rodríguez, el chico de 17 años asesinado en Mosconi.
Fue la semana pasada, cuando iba a clases al bachillerato donde cursaba el octavo año del nocturno. Se cruzó con una patota del barrio La Merced y encontró la muerte.
Estaba en la entrada del edificio donde funcionan la escuela Coronel Vidt y el BSPA. Ahí fue encarado por los delincuentes, no por un problema personal que lo vinculara a la patota, sino porque unos días antes, en la plaza de la ciudad, había defendido a un vecino menor de las agresiones de esa patota, aseguran los padres.
Poco después, el mismo agresor que había protagonizado esa situación habría terminado siendo el que le quitó la vida a Facundo. De una sola estocada.
Un miedo que no para
La angustia y el temor para el papá del Facundo se acrecientan, y junto a su esposa le dicen a El Tribuno: "Tenemos otros chicos. Y en mi familia el miedo es enorme por lo que pueda pasarles, ya que después de lo que vivimos queda muy clara la inseguridad que se vive en este pueblo, en el que no hay trabajo ni expectativas de futuro para los jóvenes, y eso nos deja a todos totalmente desprotegidos. No quiero que a ninguno de mis otros hijos les suceda algo así, pero tampoco a ningún otro chico. El dolor que yo siento es muy fuerte, no sé que voy a hacer". expresó.
Susana, la madre, intenta por todos los medios mantener su entereza y recuerda que todo comenzó el miércoles 1 de abril, antes de Semana Santa, cuando Facu defendió a un vecino menor de edad. "Mi hijo estaba en la plaza central cuando vio que Fuentes, el criminal, le puso el cuchillo en el pecho a este chico. Facu y el adolescente que defendió no eran amigos, solo somos vecinos de esa familia. Pero mi hijo intervino cuando vio que era atacado por este delincuente porque le dolían profundamente las injusticias", relató.
Susana aún elabora la situación que llevó a su hijo a esta injusta muerte. En su charla recuerda que el joven le había contado que Fuentes, su compañero de curso, lo había amenazado. "Yo le dije que no saliera, que se quedara en la casa, pero en su inocencia me contestó: "Mamá, él no tiene nada contra mí, solo me amenazó porque yo lo defendí a Gabriel, no pasa nada''. El lunes 6 mi hijo se despidió y se fue a la escuela. Lo que los compañeros me cuentan es que cuando llegó estaban varios en la vereda, comenzaron a provocarlo y Fuentes se le vino encima. Facundo reaccionó, le pegó una trompada y le dijo que la pararan ahí, que él no quería problemas. Otro miembro de la patota, un tal Yuyo, lo instigaba a Fuentes y le decía "matalo, matalo''. Mi hijo quiso correr hacia la dirección, pero en ese momento todos los de esa barra lo rodearon para que no escapara, comenzaron a golpearlo y el asesino le clavó el cuchillo. Los compañeros me contaron que cuando cayó comenzaron a pedir a los gritos para que venga una ambulancia. Como la directora no estaba en la escuela, uno de ellos corrió a pedir ayuda. Fueron los mismos chicos los que trataron de auxiliarlo en un primer momento", relata.

La terrible noticia
Ahogada en lágrimas, Susana recuerda cuando la llamaron de la escuela. "Era para decirme que mi hijo había tenido un accidente, pero cuando llegué al hospital me sorprendió porque había muchos policías. No había ningún docente ni directivo de la escuela, solo estaban dos compañeros de Facundo. Cuando entré a la guardia lo ví a mi hijo sobre una camilla tapado con una sábana hasta el pecho. Me acerqué, le hablé, le pedía que se despertara. Al médico le rogaba que lo salvara, pero me explicó que no se podía hacer nada porque le habían destrozado el corazón de una puñalada. Y a nosotros también", dice.
La familia Rodríguez
Ahora son nueve miembros, recuerda el jefe de familia, un hombre de 40 años que tiene la tristeza y el dolor reflejados en su voz y en su rostro. "Facundo trabajaba conmigo, nunca nos dio problemas, me ayudaba porque siempre mantuve a mi familia haciendo changas, nunca tuve un trabajo seguro como tantos padres de familia de Mosconi, donde hace años no hay trabajo. Pero mi hijo quería salir adelante y por eso, porque quería trabajar a la par mía, es que iba al BSPA a la noche. Yo salí para el monte para hacer una changa y cuando me fui me despidió con una sonrisa. Quién me iba a decir que cuando yo volviera iba a encontrarlo muerto", solloza.
Más celeridad
Los padres piden justicia rápida. Aunque el homicida y seis más están detenidos, necesitan testimonios. Susana, con sabiduría, reflexiona: "Entre todos los que somos personas de bien debemos luchar sin temor contra los que destruyen vidas. No podemos vivir a merced de los delincuentes".



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