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Estuvo hasta el 16 de junio defendiendo las posiciones en el lugar más bombardeado: el aeropuerto principal de las islas.
Hoy tiene 58 años, está casado, tiene 4 hijos, y a la distancia brindó sus reflexiones desde un punto de vista particular.
¿A dónde estaba el 2 de abril de 1982?
En la toma de Malvinas. A las 6,45 entramos y tomamos Malvinas y allí nos quedamos hasta el 16 de junio. Solo salí un día porque mi esposa estaba embarazada y me dieron un permiso. Estuve un día en el continente y volví.
¿Cuántos años tenía?
Yo tenía 25 años, una jerarquía: era sargento.
¿La toma iba a ser sólo temporaria?
La toma iba a ser por un tiempo. Era la recuperación porque se cumplían los 150 años y, según los pactos internacionales, si pasa ese tiempo se pierden los derechos. Además, estaba finalizando el verano y era el mejor momento para hacerlo. Ahora bien, se tomó y no se esperaba la represalia por parte de Inglaterra. Sin embargo ellos salieron a decir que las iban a recuperar. Es ahí cuando Argentina queda malparada, porque el plan era tomar las islas, armar una base y volverse.
Hay muchas versiones cruzadas...
Lamentablemente hay muchas cosas de la historia que no se han contado. Por ejemplo, toda la gente de la Patagonia que teníamos equipada y entrenada iba a pasar a Malvinas. Eso no se pudo hacer porque hubo una declaración de Chile que si se retiraban las tropas de la frontera ellos avanzaban a la Patogonia. Ahí se decide dejar a esa gente en la frontera y traer tropas del Litoral, que no estaban preparadas y no tenían equipos. No estaban adaptados.
¿Sabían a lo que iban?
Yo iba en un barco. En ese momento pensábamos que íbamos a un ejercicio más. Cuando ya estábamos en medio del mar nos dieron a conocer el objetivo: la toma de Malvinas. La unidad fue conformada con soldados que estaban de baja. Después vino la gente nueva, con tres meses de incorporados. Mi jefe era el coronel Mohamed Alí Seineldín, una persona humanitaria, muy respetada. El único alto mando que compartió hasta el último momento la primera línea. Se encolumnaba para comer y si no quedaba nada raspaba la olla. Era el más digno ejemplo de lo que debe ser un soldado.
¿Cómo vivía esos momentos, que sabían que quedarían en la historia?
Cuando tomamos conocimiento supimos que era una gesta que debíamos cumplir para no perder todo derecho a reclamos. Lo hicimos con mucho gusto. Y lo digo desde mi punto de vista, que era un efectivo con jerarquía.
Otro momento que recuerde...
Una de nuestras compañías dio el alerta temprana cuando llegaron los ingleses. Palpamos muy de cerca la acción. Nosotros custodiábamos el aeropuerto de las islas que, recordemos, fue la zona que más bombardeos recibió durante el conflicto armado. Luego nos llegaron unos cañones especiales y entonces recién pudimos alejar a las fragatas inglesas que nos asediaban.
¿Y con qué grado se retiró?
Llegué a suboficial principal. Ahora tengo una empresa con otros excombatienes. Soy supervisor del emprendimiento de limpieza.
Tiene un señalador que dice "prohibido olvidar"...
Es que somos pocos los que difundimos la causa día a día.