Mientras no tengamos el valor de actuar para que seres indefensos y sin voz dejen de ser víctimas de maltrato, no podremos esperar que las cosas estén mejor en este mundo. El Día del Animal es una buena fecha para llamar a la reflexión. Hay demasiado animal sufriendo en las calles de Salta. Hay demasiada impiedad en quienes los abandonan. Y hay demasiada indiferencia en quienes pasan de largo.
Esta forma de maltrato es producto de una trágica ecuación: se menosprecia todo aquello que existe en abundancia y se degrada todo aquello que se considera inferior. En Salta, perros y gatos es lo que sobra. A nadie le cuesta conseguir un cachorro para regalárselo al nene, "que quiere un perrito para jugar". Y -tristemente- tampoco les quita el sueño abandonarlo un año después "porque en casa no hay lugar y porque ya rompió todas las plantas".
"Es un tema cultural -señala David Ferri, director de Zoonosis-. La gente no toma conciencia de que los animales domésticos son seres vivos y dependen pura y exclusivamente de nosotros. Creen que son objetos. En vez de encerrar a las perras en celo las largan a la calle y más tarde abandonan a las crías".
El círculo es cruel y aparenta estar herméticamente cerrado. Pero existe una línea de fuga: la castración masiva. "En Zoonosis organizamos campañas pero la proliferación supera a la castración", contó Ferri.
En Zoonosis se hacen 25 castraciones gratuitas por día (el servicio se retomará el 15 de mayo; consultas al 4373490).
Para que se rompa el círculo del abandono hace falta castrar 20 mil perros por año.
Juan Torito se subió a un auto y, de paso, a la vida
Juan Torito, en lugar de ojos, tiene un par de luceros. Su brillo se puede percibir desde muy lejos. Belén Mármol puede dar fe de eso. Hace un par de meses, iba con su mamá en el auto por la circunvalación oeste y Torito salió de repente de entre los matorrales. Las miró de frente y su mirada fue un grito. Tenía profundas heridas en el cuello, producto de fuertes ataduras. Belén pudo percibir su dolor. Pararon. Lo llamaron, pero Torito no confiaba en las personas. Le habían hecho demasiado daño. Con palabras dulces, unas galletas y mucha paciencia lograron vencer su resistencia. "Lo bautizamos Torito por su increíble fortaleza", contó Belén. Él es un perrito mediano, mestizo. Y es el ser más agradecido del mundo. Espera una familia que lo adopte (155926301).
Kimba, una perrita casi muerta entre los muertos
No se sabe cómo llegó Kimba al San Antonio de Padua. Lo más probable es que haya entrado al cementerio siguiendo a alguien, mendigando un poco de atención. Pero ahí adentro solo encontró soledad. Nadie se detuvo a observar de cerca el bultito blanco que temblaba de debilidad sobre un montículo de basura destinada a la quema. Pero los engranajes del destino se activaron en el momento justo: una mujer la vio y pasó de largo, pero avisó a una Asociación Protectora. El mensaje le llegó a Graciela, que no dudó en ir a buscarla. La perrita tenía profundas heridas, sarna, anemia y desnutrición. Después de varios días de suero y amorosos cuidados, Kimba resucitó. Hoy tiene casi dos años y es pura alegría. Está en un hogar provisorio, esperando su salvataje definitivo (154154389).
Morita cambió asfalto y maltrato por libertad
Morita nunca fue peluda y suave. Apenas tuvo la suficiente firmeza para tirar un carro la pusieron en esa faena. Fue lo único que hizo durante sus primeros dos años de vida, hasta que en octubre de 2014 una vecina de barrio El Tribuno decidió prestarle su voz. Era plena siesta, hacía un calor infernal y Morita avanzaba arrastrando una pesada carga de chatarra. La mujer vio más: pudo observar en el cuerpo de la yegua evidentes signos de desnutrición y maltrato: la piel lastimada, la falta de pelaje y heridas en las patas. Con la guía de una Asociación Protectora, el reclamo inicial de la vecina derivó en una denuncia penal en la comisaría de la zona. La yegüita pasó a estar "judicializada" y quedó a cargo de la ONG animalista. En diciembre, Morita fue adoptada por Cristina, propietaria de una finca. Hoy, el arnés improvisado que le llagaba la piel ya es apenas un recuerdo.