Consignas de campaña: la utopía Bermejo
Transcurridas las elecciones con los resultados conocidos, los candidatos se han esforzado para convencer a un electorado apático, poco atento incluso a las denuncias que pusieron en tela de juicio la confiabilidad del voto electrónico.Los discursos políticos expusieron propuestas que -si bien se miran- no han diferido demasiado entre ellas: la retórica genérica transitó por problemas reales del diario vivir que requieren urgente atención y solución. Pero no escuchamos propuestas para mediano y largo plazos, aunque seguramente unos pocos candidatos las tengan en sus cabezas, aunque no lo hayan explicitado.
Es comprensible: dada la situación general en que nos encontramos, empasto indigerible de mediocridad, anomia y desinterés, es difícil entusiasmar al soberano. Y cuando la gente reclama comida, agua corriente, cloaca, gas, luz eléctrica, atención sanitaria, seguridad, temas como el aprovechamiento integral del Bermejo o la rehabilitación de todas las líneas del F.C. Gral. Belgrano que pasan por nuestro territorio requieren una madurez cívica cualitativamente distinta.
Sin embargo, los temas de fondo existen y también esperan propuestas concretas. Un verdadero estadista debe estar preparado para abordar cuestiones urgentes de abordaje inmediato, pero también encarar esos otros, los cuales son en definitiva los que harán posible condiciones dignas de vida perdurables.
El aprovechamiento integral del Bermejo, por caso, dará a nuestra provincia un giro de 180§, y a más de potenciar nuestro legítimo desarrollo a la luz del nuevo concepto constitucional de equilibrio de las regiones (art. 75, inc. 19), permitirá atacar el asfixiante y peligrosísimo desequilibrio argentino, que concentra lo mejor y mayor en menos de un tercio del territorio. Es imposible dejar la cuestión en manos de burócratas nacionales que desconocen la geoestrategia. Si las provincias de la Corebe (Chaco, Formosa, Jujuy, Salta, Santa Fe y Santiago del Estero) no se ponen firmes ante el Ministerio de Planificación, veremos antes concretar un tren bala o cualquier otro desatino similar.
Nuestro gran río nace en territorio boliviano, en la Sierra de Santa Victoria, a 3.600 metros s/nm, y tiene un recorrido de 1.450 km hasta su confluencia con el río Paraguay. Después de su unión con el Grande de Tarija en las Juntas de San Antonio, suma en su recorrido salteño las aguas del Lipeo y, más abajo, de los ríos Iruya, Pescado, Blanco, Santa María, Colorado y San Francisco. A causa de la acumulación de sedimentos, el brazo sur del río cambió de curso en 1877, y a partir de entonces se diluyeron los esfuerzos de navegación comercial. Dividido en dos, se llamó Bermejito al antiguo cauce y Teuco al de mayor volumen, en el Departamento Rivadavia, constituyéndose este -desde su salida de Salta (paralelo de 24§ S)- en el límite entre las provincias de Chaco y Formosa.
Tanto la cuestión Bermejo como la salida a Chile por vía férrea estaban en la agenda de la dirigencia salteña desde nuestra organización institucional como país. Lo relata entre otros la recordada Dra. Luisa Miller Astrada en su último libro Historia de Salta, en el marco de la historia Argentina 1853-1939 (Ed. Congreso de la Nación, 2013). Abruma pensar que en más de 150 años no avanzamos casi nada, pese a todo lo que se sabe y se ha dicho al respecto.
El costo de las obras de ingeniería de la envergadura que el Bermejo requiere hoy es una utopía, aunque técnicamente no haya nada insalvable. Pero la cuestión es instalar el tema y en consecuencia empezar a movernos: he aquí un tema central para nuestro novel Consejo Económico y Social, y el próximo gobernador debe impulsarlo. Es un buen lugar para lanzar la primera bola.
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Consignas de campaña: la utopía Bermejo
Transcurridas las elecciones con los resultados conocidos, los candidatos se han esforzado para convencer a un electorado apático, poco atento incluso a las denuncias que pusieron en tela de juicio la confiabilidad del voto electrónico.Los discursos políticos expusieron propuestas que -si bien se miran- no han diferido demasiado entre ellas: la retórica genérica transitó por problemas reales del diario vivir que requieren urgente atención y solución. Pero no escuchamos propuestas para mediano y largo plazos, aunque seguramente unos pocos candidatos las tengan en sus cabezas, aunque no lo hayan explicitado.
Es comprensible: dada la situación general en que nos encontramos, empasto indigerible de mediocridad, anomia y desinterés, es difícil entusiasmar al soberano. Y cuando la gente reclama comida, agua corriente, cloaca, gas, luz eléctrica, atención sanitaria, seguridad, temas como el aprovechamiento integral del Bermejo o la rehabilitación de todas las líneas del F.C. Gral. Belgrano que pasan por nuestro territorio requieren una madurez cívica cualitativamente distinta.
Sin embargo, los temas de fondo existen y también esperan propuestas concretas. Un verdadero estadista debe estar preparado para abordar cuestiones urgentes de abordaje inmediato, pero también encarar esos otros, los cuales son en definitiva los que harán posible condiciones dignas de vida perdurables.
El aprovechamiento integral del Bermejo, por caso, dará a nuestra provincia un giro de 180§, y a más de potenciar nuestro legítimo desarrollo a la luz del nuevo concepto constitucional de equilibrio de las regiones (art. 75, inc. 19), permitirá atacar el asfixiante y peligrosísimo desequilibrio argentino, que concentra lo mejor y mayor en menos de un tercio del territorio. Es imposible dejar la cuestión en manos de burócratas nacionales que desconocen la geoestrategia. Si las provincias de la Corebe (Chaco, Formosa, Jujuy, Salta, Santa Fe y Santiago del Estero) no se ponen firmes ante el Ministerio de Planificación, veremos antes concretar un tren bala o cualquier otro desatino similar.
Nuestro gran río nace en territorio boliviano, en la Sierra de Santa Victoria, a 3.600 metros s/nm, y tiene un recorrido de 1.450 km hasta su confluencia con el río Paraguay. Después de su unión con el Grande de Tarija en las Juntas de San Antonio, suma en su recorrido salteño las aguas del Lipeo y, más abajo, de los ríos Iruya, Pescado, Blanco, Santa María, Colorado y San Francisco. A causa de la acumulación de sedimentos, el brazo sur del río cambió de curso en 1877, y a partir de entonces se diluyeron los esfuerzos de navegación comercial. Dividido en dos, se llamó Bermejito al antiguo cauce y Teuco al de mayor volumen, en el Departamento Rivadavia, constituyéndose este -desde su salida de Salta (paralelo de 24§ S)- en el límite entre las provincias de Chaco y Formosa.
Tanto la cuestión Bermejo como la salida a Chile por vía férrea estaban en la agenda de la dirigencia salteña desde nuestra organización institucional como país. Lo relata entre otros la recordada Dra. Luisa Miller Astrada en su último libro Historia de Salta, en el marco de la historia Argentina 1853-1939 (Ed. Congreso de la Nación, 2013). Abruma pensar que en más de 150 años no avanzamos casi nada, pese a todo lo que se sabe y se ha dicho al respecto.
El costo de las obras de ingeniería de la envergadura que el Bermejo requiere hoy es una utopía, aunque técnicamente no haya nada insalvable. Pero la cuestión es instalar el tema y en consecuencia empezar a movernos: he aquí un tema central para nuestro novel Consejo Económico y Social, y el próximo gobernador debe impulsarlo. Es un buen lugar para lanzar la primera bola.