Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
El 17 de mayo los salteños votaremos nuevos gobernantes en los poderes Ejecutivo y Legislativo. Desde el retorno de la democracia en 1983 mucha agua pasó bajo los puentes y se consiguieron importantes logros: despertó el turismo, las universidades ampliaron su oferta educativa, se modernizaron muchas empresas. Sin embargo, la lista de asignaturas pendientes es más larga: Salta sigue al frente de las provincias con peores indicadores sociales, el desempleo no logra reducirse pese al enorme incremento del empleo público, el estado de los caminos es penoso, para no hablar de la sentida ausencia del ferrocarril; han aumentado la inseguridad y la violencia, y si bien la situación nacional es también crítica, no lo es menos que algunas provincias han mejorado su situación relativa con respecto a Salta, lo que indica que la superación del subdesarrollo provincial depende de nosotros. Se ha hablado mucho de la relación entre la economía y la política y las mejoras en lo primero no pueden lograrse sin corregir los severos problemas y limitaciones de nuestras instituciones, lo que implica transformaciones desde la política. Estos cambios requieren de aquéllos que mejoren la representatividad, para que una presencia más plural en los ámbitos legislativos logre que se respeten las decisiones de los órganos de control y producir avances en la Justicia que la agilicen y la distancien del poder de turno. Esto a su vez exige que los sistemas electorales representen mejor a la ciudadanía para que los organismos legislativos no se subordinen al Ejecutivo y se vuelvan más dinámicos, lo que supone arribar a un sistema unicameral en la Legislatura. Por cierto, ninguna de estas cosas se facilita con el sistema electoral de lista sábana, que debe modificarse con o sin voto electrónico. Por otra parte, las facultades delegadas al Ejecutivo para que maneje arbitrariamente el Presupuesto atentan contra los necesarios seguimientos de la Legislatura y demás órganos de control que deben estar en manos de la oposición. Al mismo tiempo es injustificable el agrandamiento de la planta de personal del gobierno a tasas que triplican el crecimiento de la población, retaceándose recursos a la obra pública que es genuina generadora de trabajo. Es necesario también un drástico cambio para recuperar la educación pública de excelencia que hemos perdido y pasar de una salud asistencial a una preventiva que elimine las enfermedades endémicas. En resumen, más controles, menos discrecionalidad para el Ejecutivo, división de poderes y un claro papel protagónico de la inversión pública económica y social son las bases para un vigoroso proceso de crecimiento con desarrollo inclusivo. Ésta es la deuda pendiente de la democracia con Salta que debe ser saldada desde la política, por lo que las elecciones del 17 de mayo reclaman ser la bisagra que consiga esta transformación que nuestra provincia necesita.