inicia sesión o regístrate.
Laberintos humanos. Beatriz y sus hermanastras
Cuando Beatriz les dijo a sus hermanastras que también se presentaría como candidata a la elección de soberana de su escuela, y las hermanastras se largaron a reír sin temor de herirla. Si no estuviéramos nosotras, le dijeron, acaso tendrías chance, pero con estas figuritas, dijeron señalando sus propias cinturas.
Y si era cierto que Beatriz carecía de cintura, sin embargo dejaba abrir una sonrisa sincera que conquistaba a la gente de buen corazón, y cuando sus hermanastras subieron al remis con sus vestidos sobre las faldas, Beatriz comprendió que podía tener sonrisa pero no vestido y nos miró triste.
Dejen, nos dijo, que la historia de la Cenicienta sólo sucede en los cuentos, pero semejante argumento sólo sirvió para enardecer la cólera de Carla Cruz, quien le dijo que esto era justamente un cuento, y si en la vida real sus hermanas ganarían con facilidad, no iba a suceder así en estos Laberintos Humanos.
Y no es sólo porque los escriba Dubin, que es uno de los nuestros, agregó. Armando comenzó a leer por sobre mi hombro lo que estaba sucediendo en este capítulo, donde decía que el Varela llevó un zapallo y un cuis sobre la mesa, y Beatriz pudo ver, asombrada, cómo se transformaba en un remis.
El cuis se había convertido en un joven de remera ajustada, musculatura trascendente y lentes espejadas, puso música de Luis Miguel y aceleró, y mientras esto hacía, Carla Cruz pintaba los últimos bordados del pecho del vestido, gracias al que tuvimos el primer dolor de cabeza en cuanto nos pusimos en camino.