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Guido Tárquez abrió este museo luego de que decenas de familias de Mosconi y Tartagal le confiaran sus viejos tesoros "tecnológicos". Las victrolas y demás aparatos funcionan perfectamente. Todo lo que la gente dona está inventariado, con fecha de fabricación y nombre de quien hizo la donación.
También guardan aparatos actuales, porque -dice- dentro de 20 años serán una reliquia.
Pero Guido no se limita a coleccionar valiosas piezas, sino que investiga sobre cada una de ellas. "Desde niño fui un apasionado de la música y con el tiempo pensé que nuestros hijos y nietos merecían saber cómo escuchábamos música nosotros. Con la ayuda de don Fortunato Ceballos hicimos este museo", recuerda Tárquez.
Los sonidos
"Hoy la gente se entera de lo que pasa en el mundo al instante por internet. Nosotros nos enterábamos también bastante rápido, pero gracias a una radio a válvula que captaba emisoras en onda corta y en onda larga de cualquier parte del mundo y solo de noche captaba las radios del país", cuenta entusiasmado Guido.
"Los ambientalistas dirían que este aparato es ecológico porque no utiliza ninguna energía, funciona como un reloj a cuerda. La púa, al entrar en el surco, capta todas las vibraciones que se encuentran en el disco y las convierte en sonido", explica señalando una victrola del año 1948, que era de su madre.
"Los primeros discos tenían solo dos canciones, después vinieron los de 12 temas y hoy tenemos el pendrive, que puede almacenar miles", rememora Guido.
Luego señala un tocadiscos Winco y relata que era la alegría de los jóvenes. "Tiempo después vino el combinado, que se llamaba así porque tenía dos funciones: escuchar discos y radio".
Las imágenes
En la sala Fortunato Ceballos, del mismo museo, se encuentran los aparatos para captar imágenes. Lo increíble es que todos funcionan a pleno. Es que cuando algún aparato ingresa, amigos y colaboradores del museo que saben de electrónica lo reparan.
Las primeras películas se realizaban con celuliode. "Hay una cámara que está sin uso porque, al adquirirla, el propietario se dio con que no se fabricaba más el celuloide. Se colocaba el rollo, se grababa 5 minutos y se cambiaba el rollo, y así sucesivamente. Una vez que se tenía el lote, se mandaba a Estados Unidos para hacerlo revelar porque en Argentina no había laboratorio de revelado de película. Cuando volvía, se encendía la máquina y se veía la película", rememora.
En su colección se encuentran películas grabadas por YPF de lo que fuera la llamada "ruta del diablo" (en el tramo Embarcación - Salvador Mazza) en 1956, mucho antes de que fuera pavimentada. En las imágenes pueden verse los pueblos de Vespucio y de Mosconi de aquel entonces. Tárquez convirtió las imágenes en DVD para preservarlas.
Este singular coleccionista cuenta también que existían otras cámaras como la del sistema BETA. "Era lo más caro y avanzado de esa época y lo que se usaba en los estudios de televisión. Grababan en blanco y negro. Luego le siguieron las cámaras de 8 milímetros, las VHS compacto y finalmente las nuevas que todos conocemos".