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Laberintos humanos. Peor que este

Martes, 12 de enero de 2016 01:30
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Laberintos humanos. Peor que este

No volveríamos a escuchar hablar de Michael Jackson, no al menos en otra forma que en la memoria del bailarín que fue. La lluvia terminaba de lavar la sangre que quedaba en el rostro del Varela, y Carla Cruz se le abrazaba, agradeciéndole que con su valentía la salvara de algún infierno que debía ser peor que este.

Estábamos resignados a no hallarle una explicación a los hechos, pero eso ya hacía mucho. Nos sentamos en la Plaza Chica y el Varela se arqueó sobre su propio vientre. Estaba exhausto por la pelea, agotado hasta el abandono. Nadie pensará que soy algo más que un machado, nos dijo triste.

Comprendimos que se encontraba en el punto en que lo degradante da la misma imagen que lo heroico, y Carla Cruz le besó la frente sin saber, tampoco, si aquella pelea de la esquina de la Sorpresa y la Lavalle fue algo digno. Valiente, sin duda, pero quién sabe si justo o injusto. Quién sabe, repitió el Varela como para si mismo.

Armando contemplaba a la pareja con un gesto de ternura que no siempre le vimos. Vio como el Varela reposaba su frente sobre el muslo de Carla Cruz, mojado por la lluvia, me tomó del brazo y me dijo que los dejáramos solos. ¿Cree que es tiempo de que se amen?, le pregunté emocionado. No, me dijo Armando, es que tenemos algo mejor que hacer.

Casi sin darme tiempo a seguirlo, ya estaba corriendo por la calle Alverro. No cabía dudas, acaso en la San Martín, quien sabe si más abajo, había una aventura y me llevaba hacia ella con la sed con que se huele un manantial en el desierto.

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