Adolfo Colombres, escritor, antropólogo y abogado tucumano, es un intelectual comprometido con la realidad latinoamericana y, desde esa palestra, ha compartido un sinnúmero de textos y proyectos. Sobre el eje de la definición de civilización, el ensayista viene planteando la necesidad de generar un proyecto sudamericano que ponga de relieve el valor de las culturas locales, agrupándolas en una misma matriz. "No definirse como civilización es aceptar ser el furgón de cola de Occidente y renunciar al futuro", sostiene Colombres, al tiempo que remarca que la gran falencia de América Latina radica en no haber sido capaz de construir una modernidad propia, con proyectos colectivos capaces de afirmarla ante el mundo como una civilización emergente.
En base a este concepto, el pasado 13 de diciembre, Adolfo Colombres presentó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán la
"Declaración de la Independencia Cultural de Nuestra América", un manifiesto al que adhirieron estampando su firma personalidades de la cultura como Leopoldo Castilla (poeta, Salta), Juan Falú (músico y compositor, Tucumán), Eduardo Nieva (abogado, Cacique de la Comunidad Diaguita de Amaicha del Valle, Tucumán), Alejandro Ruidrejo (filósofo, Salta),
Luis Felipe Noé (artista plástico), Atilio Borón (politólogo), Raúl Zaffaroni (jurista, Derechos de la Naturaleza), Osvaldo Bayer (historiador), Luisa Valenzuela (escritora, Centro PEN de Argentina), Hugo Biagini (filósofo, Estudios Latinoamericanos), Norberto Galasso (historiador), Carlos Cullen (filósofo, Ética y Filosofía Latinoamericana), Roberto Fernández Retamar (poeta y ensayista, Casa de las Américas, Cuba), Ticio Escobar (teórico y crítico del Arte, Paraguay), Ismael González (coordinador del ALBA Cultural, Cuba), Frei Betto (escritor, Brasil), Suzy Castor (historiadora, Haití), Pedro Parodi (cineasta y antropólogo, Bolivia), Elena Poniatowska (escritora, México), entre muchos otros de toda América Latina y el Caribe.
"Nuestra América no puede ya seguir eludiendo esa opción de hierro ante la que la puso el nuevo milenio: o emerge como una verdadera civilización, consciente de su particularidad y valor universal, y sobre todo armada de un proyecto propio, o queda convertida en algo amorfo, indefinido, despreciado por su falta de madurez y consistencia, así como por su servilismo intelectual y político. Hablar de Nuestra América en términos de una civilización emergente no es algo ilusorio y descabellado, sino el único camino que tenemos de asumir nuestra diferencia en términos de un proyecto que nos asegure un lugar digno en el concierto de las naciones", señala contundente la nueva Declaración, presentada en Tucumán en el 200 aniversario del acta independentista del Congreso de Tucumán de 1816.
"Este tema viene ocupándome desde hace mucho -le contó Colombres a El Tribuno-, y lo trato en extenso en las dos versiones de mi libro 'América como civilización emergente', publicado en Argentina, España, Cuba, Venezuela y Bolivia. Redacté el texto de esta Declaración e invité a una serie de personas de América Latina y el Caribe, con especial apoyo de la Casa de las Américas y la coordinación del ALBA Cultural para que adhirieran. Muchos no contestaron, pero otros sí. Esta declaración está ya empezando a circular por las redes sociales del mundo y su objetivo central es declarar el nacimiento de una nueva civilización, asumirnos como tal y definirnos de una vez, pues hasta ahora América Latina no sabe bien lo que es ni cuáles son los principios que deben regirla", precisó el escritor tucumano.
Otros fragmentos de la "Declaración de la Independencia Cultural" presentada este mes en Tucumán: "Nuestra América tiene una historia milenaria, donde no faltaron procesos civilizatorios que asombraron al mundo ni voluntad política de proyectar a nuestros pueblos como entidades diferenciadas, sin que ello implicara cerrarse a otros aportes, tanto de Europa como de África y Asia, que contribuyeron a plasmar aquí nuevas matrices culturales, muchas de las cuales hoy se hallan en serio peligro de diluirse. Nuestra propuesta civilizatoria no puede limitarse al pasado de nuestros pueblos indígenas y otras formaciones sociales que también integran la América profunda, pero deberá tomar especialmente en cuenta dichas matrices, incorporando al acervo común lo mejor de su patrimonio cultural y su filosofía de vida. En ello, la tarea de los científicos sociales no sólo consiste en buscar la verdad americana, sino también en pensar el mundo desde aquí, preocupándose por la validez universal de nuestro pensamiento".
"Es hora de naturalizar al ser humano y humanizar a la Naturaleza, a la que ya se reconoce como sujeto de derecho. Para que este reconocimiento no se quede en el limbo de las buenas intenciones, se torna necesario imprimir un fuerte impulso al Derecho Ambiental, legislando sobre los principios que plantea la ecología profunda, sin quedarse en esos maquillajes y simulacros que tiñen de verde a los ecosistemas depredados".
"En lo económico, nuestros principios civilizatorios se inclinan hacia lo que la nueva Constitución de Bolivia ha llamado 'economía plural', la que articula la estatal (un Estado fuerte, que interviene, y no títere de los grupos económicos), la comunitaria de los pueblos originarios y campesinos, la social cooperativa, y la privada, a la que se deja un amplio margen de libertad creativa, pero siempre regulada por el Estado para que se ajuste a los principios generales del Buen Vivir y, en el caso de las empresas extranjeras, también al contrato que firmaron. Sumamos a ellas la economía familiar, por su gran arraigo social y por defender una agricultura sustentable en el tiempo de la que además depende nuestra soberanía alimentaria".