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Laberintos humanos. El visitante

Miércoles, 09 de marzo de 2016 01:30
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Laberintos humanos. El visitante

Neonadio le contaba al juez Pistoccio de cuando se cruzó con el patrón que castigaba al changuito por pretender cobrarle sin trabajar, pero esa era la palabra del patrón, porque cuando Neonadio le preguntó al castigado si era cierto, le negó la acusación de plano. Le dijo que no le pegaba por querer cobrar sin trabajar, sino porque al patrón le apareció un acreedor.

El niño le dijo a Neonadio que había trabajado duro todo el día, y que al descansar vio cómo se acercaba a la casa un señor muy fino, montado en un muy lindo caballo, y que luego los escuchó discutir por esa deuda que, decía el recién llegado, debía pagarle.

El patrón le dijo que no tenía dinero, que volviera otro día, y el acreedor lo miró a él, al changuito, para preguntarle al patrón que cómo era que no tenía dinero si contrataba a quien le hachara la leña y le trajera agua. Te creería si te viera trabajando en esas cosas, le dijo, pues lo que debes hacer es pagarme con el dinero de su salario.

Al escuchar esto, Neonadio alzó los ojos hacia el hombre que usaba el chicote, le hizo prometer, cuchillo en mano, que le pagaría al niño lo que le debía y se fue, siguiendo su camino, buscando nuevas aventuras.

¿Pero usted sabe si ese hombre cumplió con su palabra?, le preguntó el juez y Neonadio, sorprendido, le preguntó a su vez cómo es que sabía que ese hombre cruel no había cumplido con su palabra, a lo que el juez Pistoccio le respondió que lo sabía porque también había leído el Quijote, pero que no se preocupara, porque le había gustado su versión.

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