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Dos máquinas compactaban los cacharros, entre residuos orgánicos e inorgánicos, desperdigados en ese predio. A un costado, algunas personas urgaban, tratando de buscar ropa, cobre, plásticos y hasta comida.
La joven Estefanía Ortiz logró juntar una bolsa de fideos sin cocinar. Relató que cuando encuentra alimentos "en condiciones" los prepara para luego comerlos. En el bolso también juntó zapatillas y ropa.
Una jauría salía de los cúmulos de residuos y al costado las vacas también removían los desechos. Las moscas no daban respiro y el olor era insoportable. Entre los animales habían dos niños, pero según contó Andrés Quispe, de 34 años, son varios los niños que a diario se acercan a ese lugar.
Ayer Andrés buscaba maíz para sus gallinas. "La gente también se acerca para ver si puede llevar cosas para los cerdos. Aquí se ven muchos chicos", afirmó el joven.
Con el correr de las horas, más camiones arribaban mientras Rubén Nisitra, encargado del basural, daba instrucciones para ubicar los rodados de gran porte. "Estamos enterrando la chatarra en un pozo que tenemos desde el año pasado. Este tiene casi una hectárea y una profundidad de casi cuatro metros". No obstante, Orán no cuenta con un relleno sanitario sino con un basural a cielo abierto.
Ante esa consulta, Nisitra dijo luego: "A la chatarra, una vez que está en el pozo la quemamos, porque tiene goma, plásticos, de todo un poco".
El responsable del basural aseguró que a diario reciben entre 500 y 600 toneladas de desechos. Se trata de unos 200 residuos orgánicos, 150 inorgánicos y 150 de chatarra. Dijo que ayer se esperaba llegar a un récord de recepción de cacharros.
"Trabajo con tres inspectores en este playón municipal de residuos sólidos urbanos", dijo. Además admitió que es común que personas ingresen en forma constante. "Aquí hay perros, vacas, de todo", agregó.