¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
18°
10 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La ilusión de un siglo XXI laico

Miércoles, 13 de diciembre de 2017 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El fallo de la Corte Suprema es histórico, porque mueve las estanterías de la tradición salteña. Por más vueltas que se le quiera dar, la enseñanza religiosa debe quedar fuera de la currícula oficial.

Para los católicos militantes, se trató de un golpe a la fe. Para las organizaciones que impulsaron la demanda, un afianzamiento del orden jurídico laico.

La educación religiosa es una tarea propia de los hogares creyentes, y el espacio natural para brindarla está en la familia y el templo. El cristianismo lo sabe, porque nació como minoría dentro del judaísmo y vivió durante cuatro siglos entre persecuciones y catacumbas. El cristianismo cambió cuando se convirtió en parte del poder político, aunque desde allí contribuyó a construir el orden jurídico y la cultura humanista que pusieron al hombre como valor esencial, por ser hijo e imagen de Dios. También generó inquisiciones, persecuciones, actitudes policíacas y retrógradas. Esa sensualidad del poder no es suficiente como para menoscabarlo como cultura. Para el ateo o el agnóstico, todas las religiones pueden ser supercherías. Pero ningún análisis puede ignorar dos aspectos: es necio poner al cristianismo, en sus distintas expresiones, al judaísmo, al islam, o a los grandes cultos de Oriente en el mismo nivel que las creencias animistas, mágicos u ocultistas. No son equiparables ni como visión del mundo ni como valor moral.

Aunque fastidie, la sociedad actual está muy lejos de ser laica. Los sentimientos -y no solo en materia religiosa- siguen prevaleciendo sobre la razón.

El fundamentalismo islámico, la proliferación de cultos alternativos, las creencias afroamericanas y otras conductas aparentemente ingenuas son indicios de una religiosidad difusa, o instintiva.

Los jueces no allanan lugares supuestamente sagrados y se admite a las etnias el derecho a imponer a sus miembros rituales y actos de fe. La enseñanza religiosa en las escuelas es un anacronismo. El laicismo universal es una utopía o una ucronía. Es imposible predecir el futuro de la Iglesia Católica o de la filiación cristiana de Occidente. Pero pensar que "Dios o los dioses" han huido de la experiencia humana es, por ahora y por mucho tiempo, ilusorio.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD