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De acuerdo a lo que se puso de manifiesto en diferentes rubros, la caída es de aproximadamente un 50%, pero se suma un aspecto muy importante que perjudica aún más al sector, que es el aumento de los alquileres. Determinado por la alta demanda, los locales aumentaron en algunos casos hasta un 30%, por lo que durante enero y lo que va de febrero, para muchos minoristas de diferentes rubros se trata del "período más difícil de los últimos años".
La venta de indumentaria es una de las más afectadas y ni los coquetos comercios de ropa urbana ni los pequeños puestos de venta ubicados en diferentes galerías y en la zona del denominado shopping de Tartagal (un mercado de pulgas rodeado de varias galerías comerciales con pequeños locales) habían tenido una época tan difícil.
Y es que la gente, salvo para las fiestas de fin de año y Reyes, prefirió guardar el dinero que les ingresa y las tarjetas de crédito "para ver qué pasa más adelante".
El inicio del período lectivo, que ya está a la vuelta de la esquina (comienza el 6 de marzo), en estos días logra que las ventas se retraigan aún más. Salvo lo que corresponde a carnes y alimentos, que son ineludibles, el resto siente el impacto de la baja de ventas y en las cajas de los supermercados es fácil observar cómo los consumidores seleccionan al máximo sus compras.
Poco optimismo
El lunes anterior, luego del primer fin de semana del Corso Color que se realiza en Tartagal, el intendente Sergio Leavy sorprendió con declaraciones realizadas en medios locales. A pesar del empuje y los recursos que la Intendencia le brinda al espectáculo más importante del calendario anual de actividades, el jefe comunal consideró que "el corso está triste. Hay mucha incertidumbre y eso provoca que la gente esté triste, que se vea preocupada y con muy pocos ánimos de celebrar".El intendente norteño puso como ejemplo que "cuando a una familia tipo le llega una factura de $1.600 de luz y agua, cuando el PAMI dejó de cubrir el 100% de algunos medicamentos, entre otros aspectos, todos comienzan a preocuparse y de lo único que quieren asegurarse es de tener comida. El clima general que se percibe es de preocupación, porque son muy pocos los que pueden salir a comer una pizza sin pensar que ese dinero lo necesitan para cosas imprescindibles. El ánimo en una comunidad es algo a tener en cuenta, porque un cuerpo social funciona igual que las individualidades que las integran. Y el pesimismo y la incertidumbre nunca son buenas consejeras".