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Por Jimena Granados
Referente de una de las organizaciones que trabaja por la igualdad de género en Salta, Verónica Caliva reflexionó sobre la violencia machista cuando suman nueve las mujeres asesinadas en Salta este año, y en medio de la conmoción que causaron los femicidios de Micaela García, en Entre Ríos, y Ornella Dottori, en Tucumán.
¿Hay un agravamiento de la violencia de género en el país?
Claramente hay un recrudecimiento. Creo que tiene que ver con una situación en la cual las condiciones de vida son cada vez más difíciles en el país. Todo empeora y la violencia es manifiesto de esa situación general. Se asocia a una realidad social que golpea crudamente a las mujeres y niñas.
Parece que nuestras vidas no valen nada. En la provincia se declaró la emergencia pero no hay políticas serias. A nivel nacional ni siquiera avanza el pedido de declaración de emergencia que venimos haciendo los movimientos de mujeres desde la década pasada y en este segundo año del nuevo gobierno.
No se destinan fondos ni se delinean políticas públicas para abordar este tema. Obviamente, vemos día a día las consecuencias.
¿Cuál es la respuesta más urgente que deberían dar las políticas públicas?
Lo primero es que el Poder Ejecutivo declare la emergencia a nivel nacional. Cuando se declara una emergencia lo que se hace es atacar integralmente el problema para empezar a resolverlo desde distintas áreas y con distintas políticas.
No hay una sola política que vaya a resolver la problemática pero hay que arrancar. Es aceptar la realidad en la que vivimos y que el Estado disponga todo lo que tiene para resolver el problema.
Hay una cantidad de ministerios que deberían intervenir con líneas de acción desde distintas aristas, como educación y salud. No se hace.
Desde ya que hay un problema de salud mental en la sociedad argentina y, en la salteña, está el machismo, el patriarcado y todas sus consecuencias.
Pero también hay una realidad política y social que hace de caldo de cultivo para lo peor que emerge en una sociedad y ataca el cuerpo de niñas y mujeres.
Es fundamental comenzar a educar con una perspectiva de género desde las guarderías y en todos los niveles. Faltan campañas en los medios masivos.
Alguien que no tiene trabajo y está siendo víctima de violencia debe contar con la ayuda integral del Estado para salir del círculo. Si no, es imposible.
Las organizaciones y la familia pueden ayudar pero si no hay condiciones para que las mujeres puedan desarrollar sus vidas tranquilas y libres de violencia, la realidad nunca va a cambiar.
Hay un factor económico que incide.
Totalmente. Una mujer víctima de violencia que no tiene trabajo o trabaja pero no gana para la mitad de la canasta básica, ¿cómo puede salir del círculo de la violencia?
Si no es independiente y no tiene fuertes servicios de asistencia a nivel de salud y justicia, es imposible.
Si las condiciones de seguridad y de vida no mejoran las jóvenes son el principal blanco de la violencia sexista y machista. De pronto, una joven no tiene derecho a recrearse y salir a disfrutar de su vida porque está en riesgo o porque vive con miedo. Las madres tenemos miedo de que nuestras hijas salgan.
Y a los violentos parece que se les crearon las condiciones para que actúen y decidan descargar su violencia contra las mujeres y niñas.
Exigimos que se declare la emergencia nacional y que, donde ya está declarada, se destine todo lo necesario para dar soluciones.