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El entorno de por sí es tan natural, de una quietud que convoca a la calma y a la serenidad; pero cuando los fieles de la Virgen de la Peña comienzan a llegar y se cuentan por miles, todo cambia abruptamente. Sea en diciembre con el sol impiadoso del norte que se apura en aparecer y demora en ocultarse detrás de los cerros, o en agosto, cuando la temperatura es mucho más benévola, o en mayo con el gris de los días que anuncian la llegada del invierno, el paraje Santa María de Yariguarenda, donde los fieles católicos del norte de Salta honran a la Virgen de la Peña, adquiere un clima festivo pero a la vez de profunda devoción católica.
La celebración mariana en honor a la Virgen de la Peña tiene más de 100 años y es por eso que los norteños tienen tan incorporada su veneración y su fervor. Además de las festividades marianas, cada fin de semana las familias llegan para cumplir ese antiguo ritual que practicaban sus abuelos y que, a través de décadas, se mantiene inalterable. Transitan los tres kilómetros que separa el santuario de la ruta nacional 34, rezan una oración en la capilla ubicada al pie del cerro o participan de la misa, y ascienden a la Peña Santa con la intención de ver reflejada la imagen de María en las serranías de Tartagal.
El ascenso de casi 900 metros de altura por un camino escarpado, tiene sus dificultades pero es notable la alegría con la que los devotos lo transitan. Al regreso permanecen descansando en los alrededores del santuario con la satisfacción de haber honrado con esfuerzo a la protectora del norte.
La peregrinación
Niños, jóvenes y adultos son iguales en la experiencia que dos veces al año incluye también el peregrinaje desde localidades como Aguaray, General Mosconi y Tartagal, municipio al que pertenece el paraje Yariguarenda donde está el santuario. La Peregrinación a la Virgen de la Peña ocupa un lugar fundamental en la vida de los norteños que celebran y profundizan su fe en esa capilla donde buscan su propia conversión, donde rezan una oración en agradecimiento, o piden un bien espiritual o de salud. Yariguarenda es para los cristianos del norte un sitio santificado por la presencia de la Virgen de la Peña y la gracia que los devotos obtienen, representa una recompensa a su fidelidad a la virgen que viene de años porque ese amor fue también de sus padres y de sus abuelos y mañana será de las futuras generaciones.
La Asunción de la Virgen
El tercer domingo de agosto los católicos que celebran la Asunción de María se dan cita en el santuario de la Peña desde las primeras horas del día luego de peregrinar desde las localidades cercanas; en diciembre es la celebración de la Inmaculada Concepción, es la imagen de la Virgen de la Peña la que traída desde su paraje, visita distintos lugares de Tartagal para volver una semana más tarde a su lugar en Yariguarenda. Pero desde hace 13 años, a las dos multitudinarias celebraciones se incorporó el festival denominado "Tartagal canta a la vida" que se realiza en el santuario y que es organizado por los Servidores, grupo de laicos y cristianos comprometidos con la causa de María de la Peña.
Casa de reflexión
Don Rubén Sica es director de la Casa de reflexión y retiros que la orden tiene en el paraje, y a pocos metros del templo consagrado a la Virgen en el año 2013 por el entonces obispo de la Diócesis de Orán, Marcelo Colombo. Lo que primero fue una ermita donde los lugareños y los que llegaban a Yariguarenda decían ver la imagen de la Virgen, con los años se transformó en una pequeña capilla cuando el franciscano Pedro María Borghini -el mismo que realizó la primera procesión en Tartagal el 8 de diciembre de 1927- autorizó que allí se levantara un oratorio. En los últimos años, el templo que alberga a los fieles de la Virgen adquirió más espacio físico y magnitud material para orgullo de los norteños que de una u otra manera colaboraron para su ampliación.