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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Por la suba de la garrafa, familias humildes optan por cocinar con leña

En los barrios más pobres, el envase de 10 kilos llegó hasta los 220 pesos. Mucha gente junta madera y ramas. La garrafa social no llega a cubrir toda la demanda en época de frío.
Domingo, 09 de julio de 2017 00:00
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Teodorina invita a pasar a su casa, de barrio Juan Manuel de Rosas, en la zona norte de la ciudad, pegado al río Vaqueros. Es casi el mediodía y comienza a prender unas tablitas que consiguió pasando la vía, sobre los históricos piletones de cloacas que dan al fondo de esa barriada.

La mujer tiene 78 años y doce hijos, pero a ninguno les tiene que cocinar ya; lo hace para ella sola y, sin embargo, economiza. Como este caso, varias familias recurren a ramas y tablas que buscan por sus zonas ante los elevados precios de la garrafa, que llega pasar los 220 pesos, un envase de 10 kilos.

Los nuevos precios de los envases se sienten con fuerza en los hogares más pobres de Salta. Si bien hay un programa de distribución con precios subsidiados, el cupo no llega a cubrir la demanda de las familias en la época de frío.

De ese modo, en los barrios más pobres de la ciudad de Salta el gas envasado cuesta más caro. Según el último censo, de los 299 mil hogares en la provincia, unos 36 mil cocinaban con leña o carbón y unos 133 mil, con garrafa.

Por las nubes

En villa Floresta, en el este capitalino, una garrafa de 10 kilos cuesta 195 pesos. En Primera Junta, del sudeste, hay que pagar 200 pesos por el mismo producto. El récord encontrado por El Tribuno, que salió a buscar precios, lo encontró en barrio La Unión, de zona norte. Allí se paga 220 pesos la garrafa de 10 kg.

En las plantas de envasado del sudeste, la garrafa cuesta 135 pesos. El drama es que muchos no tienen un vehículo para ir hasta el lugar y volver con la garrafa llena. Entonces los comerciantes ponen los precios que quieren, siempre advirtiendo los enormes costos de los fletes. Y como ya pasó en la anterior crisis de 2001, las familias comenzaron a modificar los hábitos en la alimentación. Una por el aumento exponencial de los alimentos y la otra por la forma de cocinar.

En las calles de los asentamientos ya se volvió postal la imagen de personas buscando restos de poda, desechos de pallets y árboles de los cerros.

"Yo tengo un envase de 15 kilos. La última vez que fui a comprar me cobraron 350 pesos. La tengo que hacer durar lo más que pueda y por eso me voy a buscar leñita para hacerme la comida. A la garrafa la uso para calentar agua para mate a la mañana así no ando con frío", dijo Teodorina, una tartagalense que como buena norteña tiene la cocina alejada de la casa.

Para tener una idea de los precios de la leña, en los negocios se está vendiendo a 99 pesos un atado de quebracho colorado. Eso es un producto de lujo para Teodorina.

"Son muchas las familias que cocinan con leña", dijo Lorena, una madre joven del mismo barrio, aunque con su casa más pegada al río.

"Nosotras ya nos acostumbramos a cocinar con leña. No podemos darnos el lujo de comprar una garrafa por mes así que la hacemos durar hasta 3 meses. El tema es que no se tiene horno de barro y no podemos hornear nada. Todos son guisos y salsas las que hacemos", completó Lorena.

Quizás por eso en Tandil, Bariloche o la localidad de Carreras, en Santa Fe, las municipalidades salieron a entregar leña como forma de subsidios.

Los vecinos compararan esta situación con la que vivieron en 2001 y 2002.

 

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