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La noche anterior, Augusto Lobo, el coordinador sudamericano de la prensa, nos había preparado psicológicamente para lo que iba a venir: “No habrá campamento porque en Tupiza está todo inundado y seguramente la sala de prensa sea en el micro”. El año pasado, en este tramo comenzaba la odisea que terminó en el alud de Oruro. Arrancamos mal, terminamos mal. Aprovechamos la última noche en Uyuni para despejarnos. Después de la cena fuimos a ver a un artista cuyo nombre jamás supimos, pero nos dimos cuenta que era muy conocido en la zona, porque la gente cantaba sus canciones con mucha pasión.
A la madrugada, el micro peruano que ya nos había trasladado en tierras incaicas salió con nosotros arriba rumbo al sur de Bolivia. En el press 2 íbamos la mayoría, salvo los amigos de El Comercio, que iban en press 3. Nos separaron, como a los chicos de la escuela.
A Tupiza llegamos unas nueve horas más tarde. Solo nos esperaron cerros y algunos lugareños, nada más. No había nada, ni siquiera campamento (como se sabía desde las horas previas). Bajamos al costado de la ruta y fuimos directo a desayunar, para luego encarar la fila aduanera que tenía una fila larguísima. Ahí nos enteramos que el tramo de Tupiza y Salta se había cancelado por el estado de algunas rutas.
Una hora después empezamos a trabajar, aunque sin conexión. La organización hizo una improvisada sala en el colectivo “press 1” y ahí nos instalamos. Supe que a Kevin Benavides le había ido muy bien y salí a buscar su equipo. No tengo una gran vista, pero a lo lejos no se veía nada relacionado a Honda, menos a KTM, el team de su hermano Luciano.
El equipo de Pablo Quintanilla nos avisó que estaban bastante lejos y para ese sector fuimos con unos colegas de Chile. Caminamos unos tres kilómetros y esperamos la llegada ahí. No pensaba volver hasta tener el testimonio. Un rato después, el mayor de los Benavides hizo su aparición y tras la charla, opté por volver. Avisé sobre los materiales que tenía y a las 15.30 fuimos al comedor a comer trucha con arroz, un plato bien local.
No fue cómoda la estadía, aunque pudo ser peor. A las 19 de Bolivia desconectan internet y a las 21 nos vamos rumbo a la Argentina, aunque no se sabe el horario de llegada porque el trayecto será una lotería. Espero llegar a mi provincia más que a cualquier lugar en el mundo.