Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
14°
6 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Diario de viaje: El día de conexión con los pilotos

La cuarta entrega de los momentos vividos personalmente, en la carrera más difícil del mundo, desde adentro.
Martes, 09 de enero de 2018 22:23
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Hasta el final de la tercera etapa, fue muy duro entrevistar a los principales pilotos fuera de los hermanos Kevin y Luciano Benavides. Con ellos, por ser salteños y conocerlos, la relación es otra y entendemos nuestros trabajos (es un agradecimento que no me canso de repetir y que no se mezcla con la objetividad del trabajo, así a los pilotos les vaya bien o mal). Ayer fue el día en que pude vivir más de adentro el rally Dakar, pese a que siempre estamos conectados con los competidores en cada campamento.

El día comenzó muy temprano, demasiado, antes de las 7. La habitación del hotel cinco estrellas fue nuevamente el coche cama del micro de larga distancia que nos llevará hasta Arequipa. No hubo carpas, bolsas de dormir ni duras maderas. Pero en medio de la noche, pese a la comodidad, la falta de aire acondicionado (solo un punto negativo ante tanta buena voluntad del chofer), hizo que transpire como testigo falso. Qué calor hacía y abajo corría un chiflete tremendo. Era ideal para estar con medio cuerpo arriba del colectivo y la otra mitad, en la arena.

En el desayuno por fin lo pude ubicar al coyote Villagra, el piloto de camiones más importante del país. Es muy difícil verlo al final de una etapa, porque llega de noche, y a la hora de su desayuno, el resto de las categorías, ya salió a uno de los tramos más duros. Otra vez había dunas, chocolate por la noticia. Lo bueno es que puedo sacarle unas palabras y mando la nota al diario.

Queríamos hacer algo diferente y desde la sala de prensa nos llega una invitación ideal al grupo sudamericano, a ese grupo marcado como el “especial” (ya contaré más abajo). Hablando de eso, ayer dije que si salía bien una idea, lo iba a comentar. Salió, la mayoría puede verlo en el diario. Compré un mini bizcocho y la primera vela que pude encontrar en un poblado más chico que el barrio Intersindical, mi querido Inter.

Kevin Benavides pidió sus deseos a las 12 de Argentina en su casa rodante junto a su papá y amigos. Hasta en esas locuras me hace la gamba ese grupo. No puedo ser desagradecido.

La cita para la mañana, entonces, es viajar unos siete kilómetros, hasta la meta y esperar a los pilotos ahí. Va Thida y nos ponemos serios. Es la jefa del sector que nos vigila (nos sentimos vigilados ante tanto europeo cara de poker, como puse en una nota), pero es imposible mantenerse callado y decimos un chiste sobre la tierra, que es demasiado. Nos señala y le dice a otra persona encargada de prensa “es el grupo de la colonia de vacaciones”. Nos damos vueltas y le digo: “el grupo de egresados, en todo caso”. Se ríen y dicen que es verdad. Eso parecemos, pero no hay que preocuparse, porque enseguida remata: “pero son los mejores de la escuela”. Listo. Estamos salvados, especialmente lo que llevamos tres o más ediciones en esta aventura.

Pasan Kevin y Luciano Benavides, Pablo Quintanilla, Alexis Hernández, Ignacio Casale y otros. Todos se detienen. Fue un día complicadísimo para ellos y cuando veo la hora, también lo es para quienes andamos justos de tiempo con el horario. Las 14 de Perú, 16 de Argentina. Qué poco queda y ni almorzamos.

Thida pide que nos quedemos a esperar los autos, pero el tridente de Peogeot pasa sin darnos lugar ni a un saludo. Nos vamos a la ruta a esperar el micro, preocupados por la hora, pero no por el material, porque sobra.

Aviso sobre los temas que tengo y me voy al buffet. Hay pulpo, otras cosas raras y fideos. Bueno, ya fue, otra vez pastas largas, aunque pruebo pulpo y me gusta. La fila del fideo diario es casi a toda hora y la cantidad que quieras, porque los pilotos llegan en cualquier momento, así que voy a servirme y detrás mío aparece alguien que no puedo creer que es. Sí, el mismísimo Stephane Peterhansel, el hombre Dakar, el de los 13 títulos en la carrera más difícil del mundo, el de las más de 30 etapas ganadas. Pide fideos como yo y le gano la carrera en busca de la salsa y el queso rallado. No te metas con mi aérea, el de la cocina, porque abandonás en la etapa 1 “Monsieur Dakar”.

Es un adelanto de lo que voy a hacer más adelante, nada más, porque esto que me acaba de pasar merece una nota. En el podio de llegada (las mesas de madera donde la gente almuerza) le pido una foto y se ríe. Le gané y lo reconoce. Buen provecho señor.

Entro a la sala de prensa a las 18 de Argentina y no me muevo hasta las 21. Es la hora del cierre, mejor mando todo de una vez. Total me quedan unas horas para cenar, bañarme y despedirme de San Juan de Marcona para salir rumbo a Arequipa nuevamente en colectivo. Mañana es la quinta etapa y nos despedimos de Perú. La altura nos espera, vamos a ver si la pelota dobla. 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD