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Luna enamoró a su público y brilló como una estrella en su recital de despedida 

Karol Sevilla y elenco dieron un impecable show ayer en el estadio Martearena. A pesar de la lluvia, los fans no se privaron de corear y bailar todas las canciones. 
Viernes, 26 de octubre de 2018 00:15
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A las 18.45 Karol Sevilla y elenco cruzaron el campo del estadio Padre Ernesto Martearena. Ella iba ataviada con una bata rosa y su buen talante se adivinaba en su andar celebratorio. La artista mexicana se volvió para corresponder con una sonrisa radiante a los gritos de sus fans. La garúa no llegaba a empañar el ánimo del menudo público, conformado en su mayoría por niñas de entre 4 y 11 años, que pudieron ignorar sin rencor el cielo plomizo porque desde el minuto uno los colores y el calor provinieron del escenario. 
Con un vestido tornasolado sobre un fondo plateado irrumpieron Luna y compañía para abrir con “Alas”, el himno del exitoso ciclo de Disney Channel. Luego de una fresca y estridente versión de “Prófugos”, de Soda Stereo, Matteo (el italiano Ruggero Pasquarelli) y Simón (el mexicano Michael Ronda) saludaron a los presentes. “¡Hola, Salta! ¡Qué emoción! ¡Qué lindo que estén aquí con nosotros!”, dijo Matteo. “¡Presiento que va a ser un show espectacular!”, completó Simón. Pronto los interrumpió Ámbar (la argentina Valentina Zenere). “¡Hola, Salta! ¿Entendieron que van a ver el mejor show de la historia? ¡Salta, la Linda! ¿Están listos?”, exclamó y recibió una ovación como respuesta. 
Al escenario volvió Luna con el solo “La vida es un sueño”. Pronto las principales líneas argumentales de las tres temporadas de la serie fueron apareciendo como pinceladas, cada una acompañada de sus respectivos temas. La amistad que bordeó la confusión romántica que unió a la protagonista y su amigo de la infancia Simón, los sueños vívidos de Luna, en los que aparece un dije con la forma de un sol que destruye a otro que semeja una luna (alusivos a la verdadera identidad de Luna, Sol Benson), la rivalidad de los Red Shark y los Jam and Roller, la aparición del verdadero e inesperado amor en Matteo, la relación de Simón y Ámbar, el más bueno y la villana, y el posible cierre del club Jam and Roller. 
Los momentos interpretativos más destacables de la noche fueron el cuadro actuado por una Ámbar de dorado cantando su tema “Mírame a mí”, sin dudas una de las villanas más aplaudidas de las series infanto-juveniles. También el idilio de Delfina (Malena Ratner) y Pedro (Gastón Vietto) con “Decirte lo que siento”, que finalizó en un tierno beso. 

 

El espíritu del Jam and Roller fue recuperado con un clip que ofició a modo de intervalo. 
A continuación apareció Luna ataviada de china poblada. Con una camisa blanca con labores de deshilado y bordado de seda y chaquira en motivos florales y una falda castor trabajada con lentejuelas y camarones que formaban dibujos geométricos se elogió a sí misma y a su pueblo. “¡No saben lo orgullosa que estoy vestida así, como mi México!”, manifestó y entonó con uno de sus galanes “Tu cárcel”, de Los Bukis. Y con una maratón de canciones acompañadas de principio a fin por las niñas fue transcurriendo la noche. 
A Luna le lanzaron una bandera argentina y ella, con una calidad humana que pertenece a la Karol Sevilla dentro del personaje, alzó el símbolo nacional, lo besó dos veces y se abrigó la espalda de celeste y blanco. “Yo le tengo mucho cariño a esta bandera”, afirmó, sinceramente conmovida. 
Arreciaron los aplausos y ella, entre los vítores, declaró su amor al público salteño. 


“Gracias por quedarse aquí a pesar de que está lloviendo. ¡Espero que no se enfermen!”, comentó. Y con los ojos brillantes del sabor agridulce de la despedida otra vez Karol dentro de Luna cerró su diálogo con los espectadores. 


“Este tiempo hemos vivido cosas increíbles. Pasamos por momentos superfelices... Algunos dolorosos... pero siempre salimos adelante porque estamos rodeados de amigos, porque estamos rodeados de amor. Les cuento que yo aprendí de esta experiencia dos cosas: primero el valor de la amistad y segundo que si tienes un sueño y lo deseas muchísimo se hará realidad. Por este sueño dejé yo Cancún para ir a México y ustedes me ayudaron a cumplirlo”, expresó y propuso una dinámica. “Imaginemos que todos tenemos entre las manos un patín con alas y que le vamos a colocar dentro nuestro sueño más grande y a la cuenta de tres lo vamos a soltar para que vuele alto”, consignó. 
Todos los ojitos se cerraron muy arrugados y las pequeñas manos se juntaron para albergar un aparato alado con fantasías tan bellas que tironeaban las comisuras de la boca de sus dueñas hasta pintar sonrisas. 
“¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡A liberarlos!”, ordenó Karol, y allá se fueron todos juntos los anhelos infantiles fugitivos de la lluvia, acompañados en su viaje por el bis del tema de apertura: “Y si no hay vuelta atrás/ Hay que arriesgarlo todo/ Bajo mis pies no hay gravedad, solo hay alas/ Nunca hay que dudar/ No está prohibido nada/ Cuando un sueño es real solo hay alas...”. 

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