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La eclosión bíblica

Sabado, 24 de noviembre de 2018 00:00
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El movimiento neopentecostal suele identificarse exclusivamente por su moralismo conservador adverso al feminismo, la ideología de género y las minorías sexuales. Se opone, en efecto, cerradamente al aborto y al matrimonio igualitario. Sin embargo, también se aparta de la victimización pobrista. Ser "bautizado en el Espíritu Santo" supone volverse espiritualmente rico; prosperidad que luego promete traducirse materialmente. Los fieles se resocializan comunitariamente en una disciplina rigurosa en contra del alcohol, las drogas y el delito. Sus bolsas laborales habilitan trabajo para prácticamente toda su feligresía; y en menos de una generación, la mayoría logra una seguridad económica que los asciende a los umbrales de una modesta clase media.

Su profusa expansión responde a estribaciones de la crisis del capitalismo al calor de la revolución tecnológica a partir de los 90. El caso brasileño resulta emblemático. Millones de migrantes del nordeste fracasaron en acceder a empleos formales. Se concentraron en suburbios crecidos caóticamente sin espacio para los esparcimientos colectivos. El hacinamiento fue el caldo de cultivo del crimen organizado, sobre todo del narcotráfico.

A la ausencia del Estado se le sumó la de la propia Iglesia Católica tan activa en barrios y favelas durante los 60 como corolario del movimiento se sacerdotes del Tercer Mundo. Recorridos análogos se registran en el resto de América Latina.

Las ventajas de sus líderes respecto de los curas y los pastores evangélicos tradicionales son varias. En primer término, no ser externos a sus comunidades sino vecinos atentos a los problemas reales de la subsisten cia y dispuestos a habilitar soluciones prácticas. Imbuidos de carácter, carisma y capacidad organizativa conjugan una oratoria de alto impacto emocional con el canto, las artes escénicas y hasta la magia para seducir a sus auditorios. Seleccionan los fragmentos bíblicos acordes a sus valores y los sustentan en explicaciones simples correlativas a las situaciones de desarraigo y anomia. El momento culminante de la conversión se realiza en el "bautismo en el Espíritu Santo" que connota una visión del mundo en el que lo natural y lo sobrenatural conviven en una relación de contigidad. Las conversiones devienen en escenas psicodramáticas animadas por la palabra exorcizante de los pastores con la debida cobertura musical y escenográfica. La batalla entre el bien y el mal transcurre la psique y el cuerpo del nuevo fiel conduciéndolo a un estado de trance que culmina en un llanto liberador del tormento de la culpa.

A partir de entonces, encuentran en su nueva comunidad de pertenencia una solidaridad dispuesta a la ayuda tanto para resolver sus problemas como los de sus familias. A los jóvenes les ofrece un sitio para las actividades deportivas, estéticas y tecnológicas. A las mujeres las libera de maridos golpeadores, amansándolos o sustituyéndolos con nuevas parejas con hermanos de fe.

Los templos comienzan en hogares humildes, bares y clubes barriales para luego alquilar antiguos talleres abandonados o cines. Conforme la comunidad prospera se torna un lugar lujoso acorde a los sueños de progreso de los fieles. La base de su riqueza son los diezmos rigurosamente exigidos a los fieles según la consigna "cuanto más das, más recibirás". Una tercera parte de Brasil (casi cincuenta millones de personas) se han convertido al neopentecostalismo. Su salto a la política ha sido vertiginoso durante las dos últimas décadas. Pluripartidario, sus fieles proceden mayormente de la izquierda, pero su ascenso social, el desprecio por el clientelismo y la crisis del sistema político tradicional minado por la corrupción los ha volcado a la derecha, abroquelándolos en un sólido bloque parlamentario que ha apostado, nada menos, que por Jair Bolsonaro. (Fragmento)

 

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