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Si Dios quiere, y la Virgen

Jueves, 13 de diciembre de 2018 00:00
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"Si Dios quiere y la Virgen", es una de las expresiones populares más utilizadas en nuestro lenguaje cotidiano. El culto mariano es un distintivo de la fe católica de Latinoamérica. La Virgen María fue propuesta como modelo de mujer, de madre y esposa, y la religiosidad popular la ha llevado a un lugar destacado que ennoblece la imagen de la mujer, sobre todo su maternidad. Si bien, lo religioso, que está arraigado en el ethos más profundo de la cultura argentina y no está tan cuestionado como la institución católica, emerge hoy una generación de adolescentes y jóvenes que sostienen un ideario muy distante del dominante y clásico pensamiento cristiano. Un verdadero ejército de militantes que han sumado a su natural rebeldía, otras causas vinculadas a la violencia contra la mujer, abusos de menores, manipulación de conciencia, la desnutrición intrauterina y la de los niños en situación de extrema pobreza, junto a una gran conciencia ecológica, además de las causas feministas.

Las corrientes más conservadoras y religiosas apuestan a mantener todo como estaba, y los sectores más extremos no reconocen la realidad y los cambios sociales que han sufrido en los últimos tiempos los paradigmas vinculados a la familia y el rol de la mujer en la construcción de la sociedad. Niegan la necesidad de la educación sexual, tan importante para una generación que aprende más y no siempre de la mejor manera por las redes sociales o la televisión al alcance de cualquier edad y sector social.

En el otro extremo están los movimientos feministas que ven en las instituciones religiosas un obstáculo para concretar los planes organizados a partir de sus propias dogmas, y se expresan con violencia contra lo que consideran una institución patriarcal y destructiva de la mujer. Los que desconocen los cambios en la sociedad y la necesidad de acompañar la formación y el desarrollo de las nuevas generaciones en todo los referente al valor de la vida y la sexualidad.

Las conquistas sociales no se lograron nunca sin lucha, pero se pueden plantear desde una lucha pacífica, uniendo voluntades, escuchándose y dialogando. El objetivo que debe fijarse es el bien de la Nación, no el objetivo de las ideologías, sobre todo las que vienen de afuera, escondiendo el mezquino interés de los logros económicos, que a la larga usan y abusan de la energía y la pasión de la juventud, para luego descartarlos como a tantos ancianos o pobres que son objeto de desprecio y van quedando tendidos en el camino de la vida.

 

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