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La canción del unicornio azul, que se le perdió al reconocido músico cubano Silvio Rodríguez, es la forma más sencilla de poder señalarle a alguien de qué se trata la trova. Acordes de guitarra generalmente suaves, que acompañan palabras también suaves, casi poemas, pero que en realidad se imponen y protestan. Podría decirse que en términos generales, eso es la trova. Una música serena, con intérpretes de letras siempre críticas. Cuestionan a los políticos, al amor, a la modos de vida, incluso a sí mismos. Tal vez, de allí, sus músicos hagan del constante desafío, un modo de vida.
Dafne Usorach, cantautora cordobesa de paso por Salta, desafió al género. “Me cuesta decir que no soy trovadora, porque en un punto siento que lo soy”, dice. El tiempo no solo le cambió las letras de sus canciones, sino también los ritmos. Hace algunos años conoció en Ecuador el instrumento que la cautivó y le abrió la puerta para andar por otros ritmos: el loop. Primero lo combinó con la guitarra y luego agregó un pack de percusiones electrónicas, un sintetizador y un ronroco “que es un charango pero más grave”, explica.
Con las nuevas integraciones, continuando con su estilo solista, pero ahora en una suerte de mujer orquesta, el año pasado largó su tercer disco: EGO (Loop Set). Toda esa versatilidad la llevó a alejarse de la trova tradicional, y le costó cuestionamientos, “en algunos lugares me dijeron: ¡ah!, pero eso que hacés no es trova”, cuenta divertida, para agregar con seguridad: “No pasa nada, porque yo si sé que soy trovadora, porque cumplo con el principio básico de la trova”.
Esos principios básicos los define como “el cantautor que va de lugar en lugar, llevando canciones con contenido social y algo de poesía”, y se remonta a la historia del género: “Los trovadores de la antigüedad eran como comunicadores sociales. Iban contando lo que pasaba en los pueblos vecinos a través de la música”.
Dafne hace tres años que lleva por el país los “cuentos de los pueblos vecinos”. Emprendió una gira en un motorhome acompañada de su esposa, Victoria Gallegos.
“Música en casa”, reza el cartel de la Van blanca en la que viajan, como avisando que allí vive una familia de artistas. Su compañera no solo nutre sus canciones con videos en sus shows, sino que además se volvió una especialista en autogestión para que juntas puedan vivir de la música y viajar.
Sus canciones llevan a repensar lo cotidiano y verlo con otros ojos. Con una mirada de inclusión de género, feminista, ecológica, consciente. “Siempre intento generar una duda, transformar. A veces no comparto la misma ideología adonde voy a tocar, pero el otro me entiende y me respeta. Por ahí se va a su casa pensando: mirá nunca me había planteado así el tema de la diversidad”, cuenta.
Al principio ofrecían el show en bares, pero la necesidad de ampliar los espacios las llevó a un lugar inesperado: los colegios. Con una canción como disparador, invitan a los adolescentes a pensar. “Es una gran responsabilidad. Al principio íbamos a tocar, luego algunas maestras nos escribían contándonos que usaban las canciones para hablar sobre ciertos temas. Por ahí es más fácil habilitar el debate con una canción”, afirmó la cantautora que integra el Colectivo Nacional Mujer Trova.
La buena aceptación que tuvo el nuevo trabajo llevó a que apuesten a más y conjuguen la poesía de las canciones, con lo educativo, sumándole participación de diferentes profesionales del país. “Como cierre de la gira haremos un disco y un libro didáctico y actividades para cada canción con un dibujo. Las actividades están hechas por profesionales. Por ejemplo, la canción que habla del ego la armaron dos psicólogas del Chaco, la de trata de personas la hizo una abogada de Rosario, la de ecología la hizo una bióloga de Santiago del Estero”, explicó.
“Rara, loca, rea, feminista, descuidada, pobre chica, despeinada, antimoda, descuajeringada”, cantaba una nena en un video que les llegó por redes sociales. Un público inesperado sorprendió en algunos shows: los niños. “Una nena se hizo fana de ‘Rara’, que es una canción con todas las palabras que me dijeron desde chica por no ser una mujer convencional. Hay muchos niños que se sientan a escuchar nuestros shows en las plazas y se hacen fans. Algunos papás nos escriben diciendo que les piden buscarme por Youtube”, contó divertida. Aunque reconoció que le causa intriga saber qué entienden ellos de las letras que a ella la “salvan”.
En la gira que la trajo a Salta no solo recorre lugares, sino también personas que la ayudan a entender y dimensionar algunas problemáticas sociales que luego incluso las vuelve canciones. “Vemos que el machismo está intacto. Hay que seguir rompiéndolo para poder tener una sociedad más justa e igualitaria. Nos pasa todo el tiempo tener que escuchar comentarios como: ¿podés tocar la guitarra sola?, o ¿viajan solas? Estar sola es estar sin un hombre al lado”, advirtió.
Pero, el ser mujeres no es el único motivo que las lleva a enfrentar al machismo, sino también el hecho de ser pareja. “La gente tiene estereotipos y te estigmatiza. Una nena en Misiones nos dijo: sabía que existían pero nunca había visto una”, recordó. Además de explicar una y otra vez que no son hermanas, ni amigas, sino esposas, e intentar mostrar que son personas “normales”, para “derribar prejuicios”, debe ir más allá. “Cuando los niños curiosos se meten al motorhome y ven una sola cama... se quedan pensando. Cuando les contamos, preguntan: ¿quién es el hombre?, y cuando le decimos que no hay hombre, preguntan: ¿entonces quién manda?”, relató, para retomar el principio de la trova: “Es difícil poder sacarnos ese chip, incluso de hecho nos pasa a nosotras”, se cuestionó.