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Hasta este martes Oscar Centeno, el chofer que hacía delivery de dinero posiblemente proveniente de la corrupción K, seguía trabajando de remisero para su jefe, el otra vez preso Roberto Baratta. Es un exmilitar -retirado como suboficial del Ejército- y a su vez exchofer de la madre del exsuperministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Así se conoció con Baratta, según contaron fuentes del peronismo que conocen a ambos. Hoy los tres están presos: De Vido, su ex secretario de Coordinación, Baratta, y Centeno.
El súbitamente célebre Centeno, además de manejar un Toyota Corolla donde supuestamente cargaba bolsos para la recaudación del matrimonio de Néstor y Cristina Kirchner, tenía una manía parecida a la del expresidente santacruceño: anotaba números y detalles financieros de su trabajo en cuadernos. Incluso usaba cuadernos de la misma marca que gastó durante años el patagónico, Gloria.
Los textos del remisero en los cuadernos son prolijos, con datos, mucha información y detalles de cómo, cuándo y a quiénes veía para llevar y traer plata. Esas narraciones lo llevaron a la cárcel. Pero, a su vez, Bonadio entendió que el enriquecimiento de Centeno merecía ser investigado en otra causa.
La exmujer de Centeno había asegurado que en la casa de los padres de Baratta había una bóveda repleta de plata. Ese inmueble se allanó, en vano. No había nada. Pero los cuadernos de Centeno llegaron al periodista de La Nación Diego Cabot.