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A partir de 1953, y luego de sufrir una guerra desgarradora, con las consecuencias que conlleva por su misma naturaleza, Corea entendió que la educación era el mejor camino para salir de la pobreza y el infortunio económico y puso todo su esfuerzo en reformar la escuela y educar innovadoramente a sus niños.
Hoy, algo más de 60 años después, sus estudiantes obtienen los mejores rendimientos en las evaluaciones internacionales, y es a la vez uno de los países más prósperos de los últimos años, ubicándose dentro de los primeros 12 a nivel mundial por su PBI, con un IPC del 1,3% a diciembre del 2018, tasa de desempleo del 3%, con un elevado desarrollo, 12,5% de población bajo el nivel de pobreza y donde casi la cuarta parte del gasto público total se dedica a Educación.
Ejemplos similares hay varios en el mundo, principalmente en Asia, donde se tomó a la educación como política clave de base para el crecimiento y desarrollo de un país y lo lograron relativamente en poco tiempo.
Argentina, en reversa
En Argentina, de acuerdo a los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales realizadas para el nivel primario, según Unesco, hace 20 años ocupábamos el 2do. lugar después de Cuba; en la última prueba Terce (que evalúa a los alumnos latinoamericanos de 3er. y 6to. grado en lectura, matemática y ciencia) descendimos 8 posiciones develando que el desempeño de los alumnos fue peor que lo que predecía su tasa de pobreza y su nivel de inversión, y en Salta se acentuó un poco más. Visto desde otra perspectiva, menos del 5% de los alumnos evaluados tienen un nivel alto de lectura y 14% de alumnos de 3er. grado se desempeñaron en niveles excelentes de matemática; el porcentaje baja al 20% en el caso de ciencias.
Si comparamos a la Argentina con otros países latinoamericanos con similares niveles de inversión en Educación el desempeño no fue bueno.
Los resultados de las últimas pruebas Aprender en el nivel primario develaron que Salta se encuentra por debajo de la media nacional cuando en las ONE 2013 estábamos un poco mejor; lo mismo ocurre con el secundario. Todo esto con un ingrediente adicional: los alumnos de establecimientos de gestión privada muestran una mejor performance. El nivel de aprendizaje nos interpela a revisar constantemente las estrategias y redefinir las acciones. Es imperativo luchar contra la pobreza con una herramienta genuina como lo es la educación.
Los datos revelados por la última evaluación PISA para los alumnos del nivel secundario en varios países del mundo, también dan cuenta del bajo rendimiento de los estudiantes en las áreas evaluadas (lengua, matemáticas y ciencia); en Argentina el 66,5% del total de alumnos evaluados tuvo un rendimiento bajo en matemática; el 53,6% en lectura y el 50,9% en ciencias. Si nos comparamos con el país de mejor rendimiento en todas las áreas como lo es Shangai -China- , en donde solo un 3,8% de los alumnos tuvo un rendimiento bajo en matemáticas, 2,9% en lectura y 2,7% en ciencias, la diferencia es muy grande y hace evidente que el desafío educativo en el mediano plazo es tratar de elevar el nivel académico de nuestros alumnos.
¿Hacia dónde va la educación?
Escolarización sin aprendizaje significa dilapidar recursos y perder capital humano además de ser una injusticia, porque se está condenando a la pobreza y exclusión y es difícil que los estudiantes prosperen; los resultados de los aprendizajes que promueve el sistema educativo en general, y en particular en Salta son poco satisfactorios y muestran avances muy lentos, no sin desmerecer otras dimensiones que inciden en la educación como lo son la inclusión educativa, el respeto a la diversidad y la justicia social entre otras.
¿Por qué, en términos generales, no se produce el ansiado buen nivel de aprendizaje?
El problema abarca el Sistema Educativo en general y la cuestión es multicausal, pero se relaciona principalmente con la condición de los alumnos; los insumos y métodos que se utilizan; la gestión que se lleva a cabo en las instituciones educativas y el rol y cualificación docente como las más relevantes; el bajo rendimiento educativo incluye múltiples dimensiones y espacios y para mejorarlo se debe articular la voluntad de múltiples actores.
Reorientar el sistema educativo no es tarea fácil, pero se deben tener en claro una visión de conjunto, claros objetivos a lograr y cuáles son los mejores instrumentos para alcanzarlos haciendo uso eficiente de los recursos que se utilicen, además de ir midiendo y evaluando permanentemente para hacer los ajustes necesarios.
¿Cómo será posible cualquier avance en el desarrollo de una región sin el capital humano necesario para hacerlo posible?
Discutir el qué y el para qué de la educación y cómo hacer para educar y que los alumnos aprendan y mejoren sus habilidades para que contribuyan al crecimiento de su localidad es una instancia superadora de discusión que va más allá de las cuestiones de infraestructura, equipamiento y salariales a las que estamos acostumbrados normalmente, que también son importantes.
Educación de calidad
Los recursos que se vienen asignando a la educación en nuestro país son significativos, pero los resultados no son los anhelados. No obstante, no se deben bajar los brazos.
Lograr el desarrollo cognitivo y de habilidades del estudiante y promover las actitudes y valores relacionados con una buena conducta cívica, así como la creación de condiciones propicias para su desarrollo afectivo y creativo son objetivos de la calidad educativa.
Los beneficios de alcanzarla se verán reflejados en la mejora de los ingresos de los individuos a lo largo de su vida y propiciará el desarrollo económico de un país, además de mejorar el bienestar.
Las políticas educativas y económicas orientadas a disminuir las desigualdades iniciales de los alumnos también influyen positivamente como al igual que contar con recursos destinados a mejorar la infraestructura y perfeccionar la formación de los docentes.
Coordinar con otras áreas gubernamentales, trabajar en conjunto determinadas temáticas o problemas también beneficia.
Mejorar la educación requiere de un trabajo articulado que involucra a varias áreas gubernamentales.
Aprendizaje e innovación
Cuando hablamos de calidad educativa, el qué, el cómo y el cuánto aprenden los alumnos es una preocupación clave porque la “riqueza” de un país depende de ellos; el proceso de enseñanza-aprendizaje debería ser el eje central de cualquier estrategia que se implemente.
Contar con infraestructura edilicia, una mejor cobertura de oferta de carreras (sin focalizarme en la pertinencia de la oferta, por supuesto), extender la jornada, el hecho que en Salta tengamos la mejor relación cantidad de alumnos por docentes (10/1), cuando las escuelas primarias de los países más desarrollados del mundo, según OCDE, la relación es 15/1 en promedio, lo cual hace que Salta se destaque en el rubro “docentes frente a alumnos”,etc., a la luz de los resultados obtenidos hasta ahora, no alcanza y son señales claras de que también se debe repensar la eficacia y eficiencia del gasto.
Actualmente nos encontramos en medio de la mayor revolución de la información y de las comunicaciones de la historia de la humanidad, y frente al potencial transformador de las tecnologías digitales hay muchas cosas que podemos hacer para preparar a los alumnos para los trabajos del futuro y gran parte de esto significa repensar el sistema educativo. Confiemos en la efectividad de las políticas públicas para mejorar los resultados.
El desafío está planteado.
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