¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
18°
25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Pacto republicano y convivencia

Miércoles, 28 de agosto de 2019 00:00

La Argentina se encuentra, una vez más, ante una encrucijada decisiva. Una encrucijada que resulta acentuada por las turbulencias políticas y económicas mundiales.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La Argentina se encuentra, una vez más, ante una encrucijada decisiva. Una encrucijada que resulta acentuada por las turbulencias políticas y económicas mundiales.

En este contexto, los enormes desafíos de nuestro presente y futuro reclaman a todas las fuerzas políticas y sociales asumir su cuota de responsabilidad histórica.

Se equivocan dramáticamente quienes imaginan que de tamaños retos se sale con mayorías monocolor. Cualquiera fuere el resultado de la cita cívica del cercano octubre, el ganador no podrá, por sí solo, construir y ejecutar las soluciones.

Las reformas para alcanzar imprescindibles niveles de desarrollo humano y económico e insertarse en el mundo, demandan un amplio consenso político, social, parlamentario, federal y de opinión.

Reclaman la participación de mentes esclarecidas, de líderes representativos, de organizaciones civiles, de todos los argentinos de buena voluntad.

Exigen diálogo, autocrítica, respeto y cordialidad (Adela Cortina "Ética de la razón cordial", 2017).

La Argentina espera de su dirigencia política gestos de grandeza: deponer las armas de la confrontación estéril. Necesitamos salir del profundo malestar que nos agobia.

Necesitamos renovar nuestras energías y dirigirlas hacia la creatividad, la producción y el desarrollo. Necesitamos salir de la pequeñez y de las mezquindades; ampliar nuestro horizonte. Necesitamos un pacto de fraternidad. Necesitamos hechos e ideas para embarcar a la Argentina hacia un nuevo rumbo.

El Presidente y su retador

En esta instancia crucial, corresponde al presidente Mauricio Macri y a su contrincante Alberto Fernández la máxima responsabilidad.

Son ellos los que deben dar muestras convincentes de que la perniciosa dialéctica amigo/enemigo no seguirá siendo el eje que organiza nuestras disputas.

Son ellos los que deben reconstruir la paz interior, apostando por una convivencia civilizada que ponga fin a un largo ciclo de odios, hegemonías y discursos supremacistas.

En la Argentina "cabemos todos", en un entorno de libertad, justicia y democracia.

No hay duda de que urgen medidas económicas que amortigen la actual crisis.

Necesitamos de acciones inmediatas que eviten nuevos y mayores sufrimientos que recaerán, sobre todo, en aquellos que oscilan entre la pobreza, la miseria y la marginación.

Una urgencia que está ligada también con la necesidad de preservar nuestros empleos, revitalizar nuestro aparato productivo y mejorar nuestras magras prestaciones sociales.

Consenso imprescindible

Sin embargo, en paralelo con el diseño y ejecución de una nueva política económica para la emergencia -cuya construcción reclama también estrategias de consenso, todas las fuerzas políticas de la Nación tienen el deber de alcanzar un Pacto Republicano que avente sospechas de retornos autoritarios, que genere confianza dentro y fuera del país, y que consolide las reglas de nuestra Constitución.

En este sentido, desde Salta -que, junto con las provincias del Norte Argentino, padece doblemente la crisis-, proponemos un Acuerdo que garantice:

La efectiva vigencia de los derechos humanos fundamentales

La independencia de los jueces de la nación y de cada una de las provincias, despolitizando los Consejos de la Magistratura y los Jurados de Enjuiciamiento.

El juzgamiento de los hechos de corrupción dentro la estricta observancia a la ley.

Un Acuerdo que al mismo tiempo comprometa a todos los actores a:

Elaborar las medidas económicas, sociales y ambientales en la dirección que marca la cláusula de progreso de la Constitución reformada en 1994.

Abrir el Estado y las instancias gubernamentales a prácticas transparentes, a la participación y al control cívicos.

Respetar la libertad de expresión y a proscribir injerencias estatales.

Llevar adelante las reformas necesarias para hacer realidad en todo el país el principio de igual valor del voto.

Prohibir y sancionar los vínculos espurios entre los negocios y la acción política y sindical.

Aprender del pasado

Hace 200 años los argentinos afrontábamos otra encrucijada. Tenía que ver con el modelo de organización nacional y con la distribución de las rentas. En aquel entonces, la falta de diálogo desembocó en la anarquía del año 20 que recién superamos en 1860, tras años de guerras intestinas, atraso y pobreza.

Deberíamos tener presente aquella experiencia histórica. Y trabajar para reconstruir la confianza y la gobernabilidad en el largo plazo. Si, una vez más, equivocáramos el camino, nos esperan años de rencillas inconducentes, de dolor, de frustraciones colectivas, individuales y generacionales.

La Libertad, la Paz interior y el Bienestar general nos piden un Pacto. Y el momento es ahora.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD