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La muerte del general Quassim Soleimani causó consternación no por el personaje amado por fanáticos y detestado por otros sino por los riesgos de una escalada sin regreso en el enfrentamiento entre EEUU e Irán. Este país desarrolló una política de involucrarse en todos los conflictos regionales aduciendo su derecho a proteger a los chiitas y escudándose en la lucha contra el imperialismo y el sionismo. Irán es el patrocinador del Hezbollah en El Líbano y Siria, la milicia Yihad Islámica Palestina (YIP) instalada en Cisjordonia, Gaza e Iraq y de los Ansar Allah, seguidores de Dios, en la guerra del Yemen. En el ataque contra el Soleimani también falleció Abu Mahadi al Muhandis, jefe adjunto de las Fuerzas de Movilización Popular de Irak que responden a Teherán.
La orden de asesinar al General Soleimani en territorio iraquí impartida por el Presidente Trump fue intempestiva y constituyó una sorpresa en la estrategia que los Estados Unidos venían desarrollando en Medio Oriente. EEUU había acentuado las represalias económicas y financieras con la intención de forzar la renegociación del Plan de Acción (JCPA) para la contención del desarrollo nuclear iraní. Habían anunciado su intención de retirarse de Siria, disminuir las tropas en Irak y no tomaron represalias cuando Irán derribó un dron militar y comenzó a hostigar la navegación de los buques petroleros en el estrecho de Ormuz.
La muerte de un técnico estadounidense provocada por los misiles disparados contra una base militar el 27 de diciembre, los bombardeos de tres sitios que albergaban militares de Hezbollah dos días después, la violación de la Embajada en Baghdad y la muerte de Soleimani marcaron un punto de inflexión en este conflicto. La decisión de EEUU de retirarse del Acuerdo Nuclear fue un momento decisivo porque cortó el diálogo entre los dos países, y tampoco facilitó la tarea de los restantes firmantes para encontrar alguna forma de distención.
EEUU atraviesan un año electoral y la política exterior jugará un papel importante en los resultados.
El presidente Trump en una reacción inédita manifestó su intención de convocar a la OTAN para respaldar su posición. La Unión Europea, Rusia y China no podrán mantenerse al margen de este conflicto y deberán asumir sus responsabilidades para evitar la propagación y disuadir al régimen iraní para que abandone su política de fomentar la inestabilidad en la región.