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¿Cuál es el apuro de los gobiernos por modificar -o echar mano- sobre el funcionamiento de la Justicia?
Nunca dio buen resultado. El cambio compulsivo de la Corte de Justicia de Néstor Kirchner es un ejemplo. Muchas experiencias de Salta, tampoco.
La única intervención del Gobierno debería ser la propuesta del pliego de los postulantes a magistrados o funcionarios para el acuerdo del Senado. El resultado de la intromisión política siempre es la pérdida de independencia de los jueces.
El discurso del presidente Alberto Fernández es un cúmulo de buenas intenciones, que coincide con las inquietudes de mucha gente.
Pero no deja de generar inquietud la formación de una comisión de notables para aumentar la injerencia de la política en un área donde la tarea del Poder Ejecutivo debería estar limitada. Muchas veces la reforma que hace falta es la dejar de hacer reformas y cumplir con la ley. No está mal la intención de ampliar la administración de juzgados federales y desdoblar las competencias. Eso es tema de debate académico y jurídico.
Las buenas intenciones suelen tener malas aplicaciones.