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Análisis y silencio

Miércoles, 19 de agosto de 2020 00:00
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El tratamiento analítico, un vínculo de a dos, analizante y analista, se sostiene en tres pilares fundamentales que hacen a la dirección de la experiencia clínica:

* la política,

* la estrategia, transferencia y

* la táctica.

Cada uno da cuenta de aspectos diferentes a considerar en este proceso.

En esta oportunidad comentaré algunas cuestiones que hacen al decir del analista, la interpretación, su táctica, que si bien es donde es más libre respecto de las otras, no implica que sea sin principios, y lo fundamental es que en la interpretación no hay metalenguaje.

Se parte de los decires del sujeto, pero no es posible establecer normas y reglas que tomen esos decires como lenguaje - objeto, de ser así, se perdería la singularidad de los decires de cada sujeto y la sorpresa en la intervención del analista.

La interpretación analítica no es una hermenéutica; todas las personas continuamente damos sentidos a nuestra vida, buscamos explicaciones a los enigmas, construimos fantasmas ante lo inexplicable y por esas construcciones, continuas y necesarias, también sufrimos. Se trata de que la intervención del analista no alimente más aún de sentidos a esta maquinaria subjetiva.

El gran aporte a la humanidad del inventor del psicoanálisis (Sigmund Freud) fue el inconsciente, portador de una verdad, causa de los síntomas. De ahí que se le pide a un analizante que diga algo más de lo que sabe; allí entonces su método, la asociación libre ayuda a que surja este "algo más" de lo que el sujeto sabe conscientemente.

Además hay satisfacción en el decir del sujeto, en la producción de sentidos, que a veces produce un alivio inmediato. Sabemos que el inconsciente anuda saber, verdad y goce.

También el inconsciente es un hacer con nuestras propias marcas, con las huellas primeras de nuestra vida. Cada uno ha encontrado una forma de arreglárselas con esto, a veces con un sufrir de más. A este "más de sufrir", es lo que trata de aliviar un análisis.

Jacques Lacan, analista francés, supo interpretar a Freud, retomando aspectos fundamentales de su teoría y su clínica, y lo más importante de su larga y compleja enseñanza, es que pudo ir más allá del Padre del Psicoanálisis, tomando los recursos teóricos de su época.

La orientación lacaniana abre una perspectiva al psicoanálisis y a los practicantes del psicoanálisis, que permite abordar las subjetividades de la época actual. Época, donde la primacía del mercado con su par tecnológico, imponen una serie de condiciones a los sujetos y a las instituciones de la sociedad, produciendo cambios en las modalidades de búsqueda de satisfacción (goce). Lo ante dicho tiene efectos en las formas de establecer los lazos familiares, amorosos, laborales, educativos, etc.

La interpretación analítica, que siempre opera en el espacio y el tiempo de la experiencia clínica, no consiste en proponer más sentidos, ni dar vuelta el sentido manifiesto para revelar ese otro escondido, ya que el sujeto lo hace todo el tiempo; se propone deshacer, desarticular esa inercia de destino, a la que los sujetos nos entregamos.

Se trata, de ir más allá de los sentidos que al sujeto le vienen del Otro; conmoviendo la singular modalidad de goce, que como tal implica una satisfacción en el malestar, hacia un goce más vivificado.

Es ofrecer fundamentalmente la posibilidad de producir en un análisis una incidencia nueva, inscribir algo de un goce que pueda ser encarnado en una nueva escritura, como letra, como marca.

La que no deja de ser un sentido, pero un sentido nuevo, para darle a ese goce una nueva orientación. ¿Será un despertar?

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