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Una adversaria de temer

Cristina Fernández asegura que “la historia la absolvió”, pero teme que la realidad termine desenmascarando ese sueño. Mientras tanto, el caos rige el destino de los argentinos.
Miércoles, 10 de noviembre de 2021 01:44
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El 9 de enero de 1993, Jean - Claude Romand mató a sus padres, a su mujer, a sus hijos, prendió fuego su casa e intentó, sin éxito y sin ninguna convicción, quitarse la vida. El médico, funcionario de la Organización Mundial de la Salud (OMS), padre, esposo y referente de una comunidad exclusiva reservada para pocos acometió con toda esta barbarie en una clara noche invernal en la quietud de un cantón suizo.

En "El adversario", Emmanuel CarrŠre nos sumerge en este relato perturbador. La historia es real y, despejadas las dudas sobre cualquier posible accidente, lo que queda a la luz es algo estremecedor.

La investigación reveló que no era médico -como pretendía ser- y que no tenía profesión alguna, así como tampoco era funcionario de la OMS. Que había mentido desde los dieciocho años y que, a punto de verse descubierto, prefirió eliminar a todos aquellos cuya mirada él no hubiera podido soportar.

Consciente de una vida de mentiras, de haber despojado a sus familiares y allegados de sus bienes y ahorros de toda la vida, e incapaz de soportar la mirada de su círculo íntimo, los eliminó a ellos para evitarse ese juicio que, a sus ojos, era más fuerte e insoportable que el proceso judicial.

Incapaz de asumir las consecuencias de sus actos lo que resulta escalofriante es que haya matado a tantos inocentes en lugar de, simplemente, matarse él.

Casos así nos enfrentan a extremos de la condición humana.

¿Qué sucede con estos sujetos -mezclados entre nosotros-, sociópatas o mentirosos compulsivos, donde no nos es posible separar el personaje de la persona real?

¿Actúan todo el tiempo? ¿Creen ellos mismos sus propias mentiras?

Cuando se miran al espejo, ¿qué ven? ¿Dónde termina la persona y dónde comienza el personaje? ¿Lo saben ellos?

Sin embargo, la pregunta que más me inquieta es, una vez descubiertos, ¿son capaces de rendirse; de matarse para evitar el juicio de la sociedad o, por el contrario; arrasarían con todo y con todos antes que enfrentar la situación?

Aburrimiento suizo

El hecho cobra especial relevancia en nuestro país, aunque no por la desafortunada frase de Sabina Frederic.

Durante la última comparecencia en un juicio oral, la expresidenta además de negarse a responder las preguntas del fiscal y de advertirles a los jueces que serían ellos quienes deberían contestar, dijo: "A mí me absolvió la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia". Ningún juez la ubicó en su lugar.

El 16 de octubre de 1953 en un extenso discurso de autodefensa durante el juicio contra los acusados de asaltar los cuarteles de La Moncada, Fidel Castro pronunció la histórica frase "la historia me absolverá". CFK lo copió, no tras haber enfrentado el régimen del dictador Fulgencio Batista, sino como defensa ante las denuncias que pesan sobre ella de haber favorecido con obra pública a Lázaro Báez; un absoluto don nadie dueño de una riqueza fenomenal.

"A mí me absolvió la historia", dijo la actual vicepresidenta. ¿Qué podría pasar si no fuera así? ¿Qué podría pasar si las causas avanzaran y el kirchnerismo no lograra imponer su voluntad sobre los jueces? Ya sabemos que no todos ellos son probos ni rectos ni ávidos de justicia; sino tan solo hábiles lectores de hacia dónde rumbean los vientos del poder.

¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar la vicepresidente buscando obtener "la absolución de la historia"?

¿Y si todo fuera mentira?

CFK no tiene miedo de ir presa. No vamos a ver fotos de ella, esposada y con traje de presidiaria. Eso nunca va a suceder.

Su temor es el de ser desenmascarada. Que, como Romand, se demuestre que ha mentido a todo el mundo toda la vida. Que, por ejemplo, tal vez nunca obtuvo su título de abogada y así, nunca podría haberse convertido en la "abogada exitosa" que declama ser.

O que ella y su marido solo lucraron con los derechos humanos desde la distancia del sur. "Los derechos humanos compran fueros". Y que, embanderados en esos fueros ajenos, hicieron su camino desde ese lugar remoto hasta la cima del poder.

Que Lázaro Báez, Daniel Muñoz y una larga lista de testaferros no son más que eso; custodios de un patrimonio mal habido por parte de ambos expresidentes. Otra imputación que pesa sobre ella; la de ser la cabeza de una organización criminal.

Que el modelo distribucionista y populista que pretende encarnar no es más que una pose para concentrar más riqueza, más poder y para terminar de hundir al país en una ruina económica, social y moral que acabe con toda oposición y con toda voluntad de luchar.

Que nada de lo que dice es cierto.

Y que no dice nada de lo que piensa de verdad.

Desenmascarada, ¿sería capaz de rendirse y pasar sus días en alguna estancia alejada de la política y de la sociedad, como alguna vez lo hizo el también fallecido Carlos Saúl Menem?

¿Sería capaz de resignarse ante las evidencias o intentaría como Jean-

Claude Romand arrasar con todo antes de enfrentar el oprobio y el menosprecio público? Antes que ver no solo cómo la historia no la absuelve, sino que, por el contrario, la condena.

Quizás solo desde este lugar se pueda entender la estrategia incendiaria que está llevando adelante el Gobierno.

¿Será el caos el único plan? 

Una emisión demencial que deprecia la moneda a toda velocidad; un gasto público creciente e insostenible; trabas y cepos a la exportación, a la importación y a la producción; control de precios; empresas que se van; empleo en disminución; informalidad creciente y subsidios como única solución. Un pobrismo para todos como única política de estado oficial.

La importación de terrorismo territorial apoyada por funcionarios del gobierno basados en ideologías siniestras y reclamos insostenibles desde cualquier punto de vista racional. El presidente que niega el apoyo federal a la región. El ministro de Seguridad de la Nación declarando que no hay terrorismo en el sur; solo falta de diálogo. Idiotismo moral que no logra diferenciar el bien del mal ni darse cuenta de lo peligroso que es seguir banalizando el mal. 

El terrorista Jones Huala que imputa a los Kirchner de ser “terratenientes”. El mismo día Juan Grabois comenta “que le hace ruido la fortuna de la familia”. Un Grabois que se retractaría demasiado rápido alegando que fue “torpe e imprudente”. Queda claro. Ante la vicepresidenta decir la verdad es una torpeza. 

Más preocupante; dijo que fue algo “imprudente”. Estos son los adversarios por temer. Los que nos recuerdan al “¿plata o plomo?” de Pablo Escobar.

Una Tolosa Paz que denuncia que “la oposición busca generar las condiciones para un golpe blando” mientras el gobierno asevera, con total desparpajo y falta de apego a la realidad que “los salarios le están ganando a la inflación”.

En una muestra de esquizofrenia y de surrealismo en dosis por igual, Matías Kulfas dice: “Ni Feletti ni yo pensamos que la inflación se resuelve en la Secretaría de Comercio con controles de precios”. 
Mientras tanto el secretario de Seguridad de Quilmes -ahí donde asesinaron a Lucas Cancino por su celular cuando iba al colegio- se muestra controlando precios en un supermercado. ¿Es ese su rol?

Malena Galmarini afirma: “Un país -y un planeta- económicamente independiente, políticamente soberano y socialmente justo solo puede construirse con nosotras. Una Argentina que nos incluya y cuide a todas, todos y todes”. No podemos construir un país y esta ignorante gramatical se plantea reconstruir el planeta usando una consigna vacía que pretende hacernos creer que agregando una e a todo sustantivo y adjetivo nos convertiremos -como por arte de magia- en una sociedad inclusiva. 

¿Cómo es que no son capaces de ver todas las otras formas de exclusión perversa que abraza el gobierno con esta forma de gobernar?

El Presidente de la Nación le echa la culpa al FMI por el endeudamiento del país. Lo hace en la cumbre del G-20 minutos antes de reunirse con los funcionarios del organismo. ¿El Gobierno de veras busca llegar a un acuerdo? Horas después diría “Quisiera que mi voz exprese el grito desesperado de los condenados de la tierra”. Qué curioso; no logra representar a su propio pueblo, pero se subroga el derecho de hacerlo por todos los excluidos del mundo. Más tarde el dólar blue y el riesgo país batirían sus propios récords. Nadie nos cree. 

Tierra arrasada 

El Gobierno insiste en que no están dadas las condiciones para repetir el “Rodrigazo”. 
En ese momento la pobreza era del 4%, un 67% de la población pertenecía a la clase media, se verificaba un PBI per cápita y una movilidad social ascendente y el sistema educativo era la envidia de toda América Latina.

Hoy hay un 50% de pobreza, un 55% de inflación interanual, la clase media no llega al 20% y una persona que cobra 400 dólares por mes pertenece al 10% más rico de la población. Tres de cada cuatro chicos no comen las cuatro comidas diarias y dos de cada tres viven bajo la línea de pobreza. Chicos que no tuvieron clases casi durante dos años y donde, para no estigmatizar, se adhiere a la política del siga-siga. Un claro mensaje que establece que no hay mérito en estudiar, no hay premio en esforzarse y que todo da igual; tanto para el que estudia como para el que no.

Si hoy hubiera un “Rodrigazo” la situación sería tanto peor. Sin exportaciones. Sin producción. Sin crédito. Sin consumo. Sin ahorro. Sin inversiones. Sin moneda. El país se hunde en medio de un escenario de gran incertidumbre y alta volatilidad mundial.

¿Serían capaces de seguir empujándonos hasta no poder tener otro destino más que el de una lenta y agónica implosión en cámara lenta? Hasta que no seamos capaces de distinguir a Argentina de Angola, Eritrea, Haití o del ARA San Juan. No por nada esa tragedia -tan previsible- es argentina.

"A mí me absolvió la historia” dice CFK. ¿Y si no fuera así? ¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar por lograrlo?
“¿Plata o plomo?” preguntaba Pablo Escobar. Ojalá que ella no sea tan de temer como él. O como Jean-Claude Romand.
 

 

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