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Un país en crisis, donde se agotaron las excusas y exige asumir la realidad

El empobrecimiento de más del 40% de la población urbana es un indicador inapelable de décadas en decadencia. En el sistema educativo se refleja la fractura social, agravada por la pandemia. Un país sin educación, sin empleo y sin 35 proyecto.
Viernes, 31 de diciembre de 2021 11:08
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La imposibilidad del gobierno de Alberto Fernández para elaborar un presupuesto es el fruto de una gestión sin rumbo. No es la oposición la que se negó a aprobarlo la responsable de ese fracaso. Fue el reconocimiento de la fracción cristinista del oficialismo de que no iba a ser posible corregirlo. De ahí, el agresivo discurso del jefe de La Cámpora. Nadie hace magia, aunque algunos crean que el “discurso” -el relato- es esencial a la buena política. 
Un proyecto que durmió tres meses en la comisión y que el banquero Carlos Heller, que la preside, no pudo explicar es un proyecto insostenible. Si no se puede hacer un presupuesto es porque la realidad es compleja y el gobierno opta por navegar en la emergencia, con las facilidades provisorias que esta le reporta. Pero en un país donde la pobreza, el desempleo y el deterioro educativo crecen año a año, las peleas de la dirigencia recuerdan la dramática imagen de la danza en la cubierta del Titanic.

Sin pan y sin trabajo

Un cuadro de Ernesto de la Cárcova, de 1884, describe la pobreza de un hogar obrero, en una época en la que el país agroexportador registraba una enorme fractura social y, al mismo tiempo, recibía a millones de migrantes europeos, que también huían de la pobreza. Se titula “Sin pan y sin trabajo” y es considerado emblema del realismo social. Es la época en que José Hernández contaba las penurias de los gauchos y la arbitrariedad del poder. Pero es también la época en que pone en marcha el extraordinario programa educativo de la escuela pública, obligatoria y gratuita, y es la antesala de una Nación que toma vuelo (durante un siglo) en base a la confianza en el trabajo productivo y en la universidad. El país de “M‘hijo el dotor”, de Florencio Sánchez. 
En setiembre de 2021, el Indec informó que en el mismo país hay un 29,9% de pobres (13.455.000 personas) y un 10.7% de indigentes (4.815.000 personas).
 En los conglomerados urbanos, es decir, sin contabilizar la población rural o localidades pequeñas, solo 41,6% de las personas en edad de trabajar tiene empleo registrado; el 32,4% no tiene descuento jubilatorio. Hay unos 1,3 millones de desempleados y unos 15,5 millones de personas no tienen empleo ni lo buscan.

Retroceso educativo

Según la OCDE, solo el 36% de los argentinos de entre 25 y 64 años completó el secundario. 
La organización especializada Argentinos por la Educación, en coincidencia con todas las pruebas internacionales, señala un déficit decisivo en pensamiento matemático y lectura comprensiva, además de una grieta que el Estado no reconoce: solo 6 de cada 10 alumnos de la escuela secundaria estatal y 8 de cada 10 en la privada alcanzan niveles básicos en Lengua. Desde otra perspectiva, en matemáticas, solo 17% alumnos secundarios de hogares de bajos recursos alcanzan los objetivos, secundario, contra 58% de mayores ingresos. 
 Esto no es fruto de un gobierno sino de un sistema educativo que no funciona equitativamente. Entre 2001 y 2021, la matrícula privada creció 38% y la estatal bajó 6%. Al mismo tiempo, el número de docentes aumento 17% en el estatal y 19% en el privado.
Después de la pandemia, que sin lugar a dudas hizo estragos en los aprendizajes de dos períodos lectivos, es imprescindible una tarea de evaluación desideologizada, porque la falta de inclusión digital y las limitaciones que impone la improvisación de la educación a distancia no se miden con intuiciones sino con exámenes inteligentes. Y no es cuestión de promociones automáticas ni de repitencias a mansalva: hay que replantear el trabajo de recuperación a largo plazo y a la medida de las necesidades de los alumnos.

Fin del relato

Un país sin proyecto como Nación no puede tener presupuesto, no puede garantizar el derecho al empleo decente y no puede planificar una recuperación como la que hoy necesita el sistema educativo. No es la pandemia, no es la vagancia, no es la ideología, sino la incapacidad se elaborar y sostener políticas de Estado. 
Un “proyecto de Nación” valga aclararlo, no es el proyecto de lo que una secta decide “qué es la Nación” sino el fruto de un acuerdo entre dirigentes serios y con responsabilidad cívica.
 

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